El mundo sin agua


En un pueblo muy lejano, en un planeta similar al nuestro, existía una gran preocupación entre sus habitantes. La tierra se estaba secando, los ríos se estaban evaporando y las plantas se marchitaban. Los animales estaban sedientos y los niños no tenían agua para jugar. En ese lugar, vivía una niña llamada Lola, quien un día decidió emprender un viaje para buscar una solución a ese problema.

Lola, junto a su fiel amigo, el perro Pelusa, se adentró en el misterioso bosque que rodeaba el pueblo. En su travesía, se encontraron con seres mágicos y aprendieron sobre la importancia del cuidado del medio ambiente. El hada de los bosques les contó que un malvado hechicero había hechizado los ríos y ocultado el agua para castigar a los habitantes por no cuidarla.

Determinados a salvar su hogar, Lola y Pelusa continuaron su camino, enfrentando desafíos y superando obstáculos. En su travesía, se encontraron con el hada de los manantiales, quien les entregó una semilla especial y les dijo: "Siembrala en el corazón de la montaña y verás cómo el agua vuelve a fluir".

Guiados por la sabiduría del hada, Lola y Pelusa subieron hasta la cima de la montaña más alta y plantaron la semilla. De repente, la tierra tembló y un manantial cristalino brotó de la tierra, llenando los ríos y devolviendo la vida al pueblo. El hechizo se rompió y el malvado hechicero se arrepintió de sus actos. Desde ese día, los habitantes del pueblo aprendieron a valorar y cuidar el agua, asegurándose de que nunca más se agotara. La valentía y determinación de Lola y Pelusa los convirtió en héroes, y su historia se convirtió en un ejemplo de amor por la naturaleza y la importancia de trabajar juntos para protegerla.

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