El mural de Josefina y sus amigos



Érase una vez en un hermoso jardín de infantes, donde todos los niños y niñas jugaban y se divertían juntos.

En ese lugar tan especial, vivía Josefina, una pequeña traviesa de 3 años a la que le costaba mucho hacer caso y seguir las instrucciones. Un día soleado, la maestra Carolina les propuso a los niños pintar un gran mural en el patio del jardín.

Todos estaban emocionados con la idea, menos Josefina, quien prefería correr y jugar por su cuenta. "¡Chicos! Vamos a pintar un arcoíris gigante en esta pared. ¿Quién quiere ayudarme?", dijo entusiasmada la maestra Carolina. Todos los niños levantaron la mano emocionados, excepto Josefina que estaba distraída reagarrando flores en el jardín.

"Josefina, ¿quieres venir a pintar con nosotros?", le preguntó la maestra Carolina con una sonrisa amable. Josefina asintió con desgano y se acercó al grupo de niños que estaban preparando los pinceles y las pinturas.

Aunque al principio no quería seguir instrucciones, poco a poco fue dejándose llevar por la emoción del momento. "Vamos a empezar pintando el cielo azul", indicó la maestra Carolina mientras mostraba el tarro de pintura azul.

Josefina tomó el pincel con timidez y comenzó a dibujar trazos celestes en la pared blanca. Su carita reflejaba concentración y alegría al mismo tiempo. Conforme pasaba el tiempo, Josefina se fue integrando más al grupo y siguiendo las indicaciones de la maestra sin problemas.

Pintaron nubes esponjosas, rayos de sol brillantes y pájaros cantores que revoloteaban por el mural. Al terminar el mural del arcoíris gigante, todos los niños aplaudieron emocionados por su trabajo en equipo.

Josefina saltaba de felicidad junto a sus amigos, sintiéndose orgullosa de haber logrado algo tan bonito siguiendo las instrucciones adecuadamente. Desde ese día, Josefina aprendió lo importante que era seguir las indicaciones para poder colaborar con otros y crear cosas maravillosas juntos.

Ya no peleaba ni se resistía tanto cuando le pedían hacer algo distinto; entendió que todas las actividades podían ser divertidas si participaba activamente.

Y así, entre risas y juegos compartidos, Josefina descubrió que seguir instrucciones no era tan difícil como pensaba ¡y siempre traía gratas sorpresas como ese hermoso mural lleno de colores! Fin

FIN.

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