El mural de la amistad
Había una vez un niño llamado Martín que estaba a punto de comenzar su primera semana en la escuela.
Estaba emocionado y un poco nervioso, pero su mamá lo acompañó hasta la puerta del colegio y le dio un abrazo antes de que empezara su día. Martín entró al aula y se encontró con muchos chicos nuevos que también estaban ansiosos por comenzar el año escolar.
Rápidamente hizo amigos con Lucas, un niño muy simpático que le mostró dónde estaban los lápices de colores y las hojas para dibujar. - ¡Hola! Soy Lucas, ¿cómo te llamás? - dijo Lucas con una sonrisa. - Hola, yo soy Martín. ¿Querés ser mi amigo? - respondió Martín tímidamente.
Desde ese momento, Martín y Lucas se convirtieron en inseparables. Juntos compartían los juguetes en el recreo, se ayudaban con las tareas difíciles y se reían de las travesuras de sus compañeros de clase.
Un día, la maestra propuso hacer un proyecto en equipo para decorar el aula con dibujos hechos por todos los niños. Martín y Lucas se entusiasmaron mucho con la idea y decidieron crear un mural gigante lleno de colores y formas divertidas.
- ¡Vamos a hacerlo genial! - exclamó Martín emocionado. - Sí, va a quedar increíble. ¡Somos unos artistas! - respondió Lucas riendo. Los días pasaron volando mientras trabajaban en su proyecto especial.
Cada tarde después de clases se quedaban juntos en el aula pintando y coloreando hasta que el mural estuvo listo para ser exhibido en la feria escolar. El día de la feria llegó y todos los padres vinieron a ver las creaciones de los niños.
Cuando vieron el hermoso mural hecho por Martín y Lucas, no podían creer lo talentosos que eran sus hijos. - ¡Estamos tan orgullosos de ustedes! Han hecho un trabajo maravilloso - dijo la mamá de Martín abrazándolo fuerte.
Martín sonrió feliz junto a su amigo Lucas, sabiendo que juntos podían lograr grandes cosas si trabajaban en equipo y se apoyaban mutuamente.
Desde ese día, Martín supo que la escuela no solo era un lugar para aprender matemáticas o lengua, sino también para hacer amigos verdaderos que estarían allí en cada paso del camino. Y así, entre risas y juegos, Martín descubrió el verdadero valor de la amistad en su primer año escolar.
FIN.