El mural de la amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, vivía un niño llamado Lucas. Lucas era un niño de piel oscura y tenía el cabello rizado como los rizos del sol.

Era muy inteligente, amable y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escuchó unas risas burlonas que venían de unos niños mayores.

Se acercaron a él y comenzaron a hacer comentarios desagradables sobre su color de piel. "¡Mira al negrito! ¿Por qué no te vas a tu lugar?", dijeron los niños mayores riéndose entre ellos. Lucas se sintió triste y confundido por las palabras hirientes.

No entendía por qué lo discriminaban solo por su color de piel. Corrió rápidamente hacia su casa donde encontró consuelo en los brazos amorosos de su madre.

Su madre, una mujer sabia y comprensiva, le dijo: "Lucas, sé que es difícil cuando las personas son malas contigo debido a algo que no puedes cambiar. Pero recuerda siempre esto: el color de tu piel no define quién eres". Lucas asintió con la cabeza mientras secaba sus lágrimas y decidió enfrentar la situación con valentía.

Al día siguiente, fue al parque nuevamente pero esta vez llevaba consigo una caja llena de pinturas brillantes y pinceles. Cuando llegó al parque vio a los mismos niños mayores allí otra vez.

Decidió acercarse a ellos con una sonrisa en su rostro y les preguntó si querían pintar juntos un mural para embellecer el parque. "¿Pintar juntos?", preguntaron los niños mayores sorprendidos.

Lucas asintió y les explicó cómo cada uno podría elegir un color y ayudar a pintar una parte del mural. Los niños mayores, intrigados por la idea, aceptaron la invitación de Lucas. Durante días, Lucas y los otros niños trabajaron juntos en el mural. Cada pincelada representaba la diversidad y la amistad entre ellos.

A medida que avanzaban con su proyecto, se dieron cuenta de que no importaba el color de piel de cada uno, sino lo que podían lograr cuando trabajaban juntos como equipo.

El día en que finalizaron el mural fue un momento especial para todos. Se sintieron orgullosos de su trabajo y se dieron cuenta de lo equivocados que estaban al discriminar a Lucas solo por ser diferente.

Desde ese día, los niños mayores aprendieron a valorar las diferencias y a respetar a Lucas como cualquier otro amigo. La historia del mural llegó rápidamente a oídos de toda Villa Esperanza.

La gente comenzó a visitar el parque solo para admirarlo y apreciar la belleza de la amistad plasmada en cada trazo. A partir de ese día, Villa Esperanza se convirtió en un lugar donde todos eran bienvenidos sin importar su color de piel u origen.

La historia inspiradora de Lucas enseñó una lección importante: que somos más fuertes cuando nos aceptamos unos a otros tal como somos. Y así, Lucas demostró al mundo entero que no hay nada más poderoso que el amor y la amistad para superar cualquier forma de discriminación.

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