El mural de la amistad



Había una vez una niña llamada Vega, que era conocida por ser muy traviesa. Siempre estaba llena de energía y le encantaba jugar con sus amigos y su maestro, el tito Rafa.

Un día, en la escuela, el tito Rafa les propuso a los niños un juego nuevo: "Vamos a hacer una competencia de dibujo", dijo emocionado. "El ganador recibirá un premio sorpresa".

Vega se emocionó al instante y comenzó a pensar en todas las ideas locas que podía dibujar. Mientras tanto, su amiga Ana estaba un poco preocupada porque no se sentía tan talentosa como Vega. "¿Qué pasa Ana? No te veo muy contenta", preguntó Vega curiosa.

"Es que no sé si podré ganar esta competencia de dibujo. Tú siempre eres tan creativa y tus dibujos son increíbles", respondió Ana con tristeza. Vega se acercó a Ana y le dio una palmadita en la espalda. "No te preocupes, Ana.

Lo importante es divertirse y disfrutar del arte". Los días pasaban rápidamente y llegó el momento de presentar los dibujos ante el tito Rafa. Los niños estaban nerviosos pero entusiasmados por mostrar sus creaciones.

Uno por uno fueron presentando sus dibujos mientras el tito Rafa los iba analizando detenidamente. Al finalizar las presentaciones, anunció al ganador: ¡Ana! Todos quedaron sorprendidos ya que esperaban que Vega fuera la ganadora debido a su habilidad para crear cosas maravillosas.

Vega se acercó a Ana y la felicitó con una sonrisa. "¡Felicidades, Ana! Tu dibujo es realmente hermoso". Ana se emocionó mucho y le agradeció a Vega por su apoyo. "Gracias, Vega.

Si no fuera por ti y tus palabras de aliento, no habría tenido confianza en mi mismo". El tito Rafa explicó que el premio sorpresa era un viaje al museo de arte de la ciudad para todos los niños.

Vega estaba emocionada porque nunca había ido a un museo antes. Durante el recorrido, el tito Rafa les mostraba diferentes obras de arte y les explicaba su significado. Vega quedó fascinada con todas las pinturas y esculturas que vio.

Se dio cuenta de que el arte es algo más que ganar o perder una competencia, sino que es una forma de expresión única para cada persona. Después del viaje al museo, Vega llegó a casa llena de inspiración.

Decidió crear su propio proyecto artístico: un mural en la pared exterior de su casa. Con ayuda del tito Rafa y sus amigos, comenzaron a pintar un hermoso paisaje lleno de colores vibrantes. Cuando terminaron, Vega se sintió orgullosa del resultado final.

Su mural era único y reflejaba todo lo que había aprendido sobre el arte durante ese día especial en el museo. A partir de ese momento, Vega siguió jugando y siendo traviesa como siempre, pero también encontró otra pasión: el arte.

Comenzó a explorar diferentes técnicas y estilos mientras seguía divirtiéndose con sus amigos. La historia de Vega nos enseña que, aunque la competencia puede ser divertida, lo más importante es disfrutar del proceso y apoyar a los demás en su camino.

Y quién sabe, tal vez descubramos una nueva pasión en el proceso.

FIN.

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