El mural de la amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una escuela muy especial. En esta escuela, todos los niños y niñas se trataban con respeto y amabilidad.

Los maestros siempre enseñaban sobre la importancia de tratar bien a los demás, y los alumnos aprendían a ser amigables y compasivos. En esa escuela vivía Martina, una niña muy simpática y cariñosa. Siempre estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros cuando lo necesitaban.

Un día, durante el recreo, Martina vio que Lucas, un niño nuevo en el colegio, estaba solo en un rincón del patio. Martina se acercó corriendo hacia él y le preguntó: "¿Quieres jugar conmigo?". Lucas miró sorprendido a Martina y asintió tímidamente.

Desde ese momento, Martina y Lucas se convirtieron en grandes amigos. Los días pasaron rápidamente y Martina notó que algunos de sus compañeros no estaban siendo tan amables con otros niños.

Había un grupo de niños populares liderados por Tomás que solían burlarse de aquellos que eran diferentes o más tímidos. Un día en clase de arte, la maestra propuso hacer un mural grande para decorar el pasillo principal del colegio.

Todos los alumnos formaron grupos para trabajar juntos en este proyecto tan especial. Martina decidió formar su equipo con Lucas e invitó también a Sofía, una niña muy creativa y talentosa para dibujar. Juntos comenzaron a planificar cómo sería su mural.

Tomás al ver esto se acercó molesto: "¡Qué aburrido! , ¿por qué no se unen a mi grupo? Vamos a hacer algo mucho mejor". Pero Martina, con una sonrisa en su rostro, le respondió: "Lo siento Tomás, ya tenemos nuestro equipo formado.

Pero estoy segura de que tu mural también será genial". El día del proyecto llegó y todos los equipos comenzaron a trabajar en sus murales.

El equipo de Martina se esforzaba mucho por hacer algo bonito y colorido que transmitiera alegría. Mientras tanto, el grupo de Tomás solo buscaba destacar y menospreciar el trabajo de los demás. Se burlaban de las ideas diferentes y criticaban sin piedad. Finalmente, llegó la hora de presentar los murales terminados.

Todos los alumnos se reunieron en el pasillo principal para admirar las obras de arte realizadas por cada grupo. Cuando vieron el mural del equipo de Martina, quedaron maravillados.

Era un hermoso paisaje lleno de colores brillantes y figuras amigables que invitaban a sonreír. En cambio, al ver el mural del equipo liderado por Tomás, todos quedaron decepcionados. Era oscuro y triste, mostraba figuras agresivas e insultos escritos en letras grandes.

La maestra miró fijamente a Tomás y le dijo con voz firme: "Tomás, esto no es lo que esperábamos. La belleza está en la diversidad y en tratar bien a los demás".

Desde ese día, Tomás entendió lo importante que era tratar bien a sus compañeros y cambiar su actitud negativa hacia ellos. Martina demostró que ser amable con los demás siempre tiene recompensas positivas. Su mural ganó el primer premio y fue expuesto en la entrada de la escuela para que todos lo vieran.

A partir de ese momento, todos los alumnos de Villa Feliz aprendieron la importancia del buen trato en la vida escolar. Cada día se esforzaban por ser amables, respetuosos y compasivos con sus compañeros.

Y así, en esa escuela especial de Villa Feliz, reinaba siempre el buen trato y la felicidad entre todos sus estudiantes. Porque sabían que tratarse bien era la clave para construir un mundo mejor.

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