El mural del equipo


Había una vez un grupo de niños y niñas que se reunían todos los sábados en una plaza del barrio para divertirse juntos. Les encantaba jugar al fútbol, cantar canciones, hacer manualidades y sobre todo, pasar tiempo en equipo.

Un día, llegó a la plaza un nuevo niño llamado Tomás. Era tímido y no conocía a nadie, pero tenía muchas ganas de jugar al fútbol como Messi.

Los demás chicos lo saludaron amablemente y le preguntaron si quería unirse a ellos. "Hola, ¿cómo te llamas?" dijo Lucía. "Me llamo Tomás", respondió tímidamente. "¡Bienvenido! Nosotros somos un equipo muy divertido", dijo Martín con una sonrisa.

Los niños comenzaron a jugar al fútbol y Tomás estaba emocionado por poder demostrar sus habilidades. Pero cuando le tocó jugar en el partido, cometió algunos errores y los demás chicos comenzaron a burlarse de él.

Tomás se sintió muy triste y pensó que nunca podría ser tan bueno como Messi. Se alejó del grupo para estar solo mientras los demás seguían jugando sin él. Pero entonces llegó Lucía, quien había notado la situación de Tomás.

Ella sabía cómo se sentía porque también había sido nueva en el grupo hace algún tiempo atrás. "¿Qué pasa? ¿Por qué estás triste?", preguntó Lucía preocupada. "No soy lo suficientemente bueno para este equipo", respondió Tomás con lágrimas en los ojos. "Eso no es verdad" dijo Lucía con firmeza.

"Todos cometemos errores alguna vez. Lo importante es que sigas intentando y divirtiéndote con nosotros". Lucía llevó a Tomás de vuelta al grupo y habló con los demás chicos para que entendieran cómo se sentía Tomás.

Todos decidieron darle una segunda oportunidad y ayudarlo a mejorar sus habilidades en el fútbol. Además, Lucía propuso hacer manualidades relacionadas con Messi para inspirar a Tomás y enseñarles más sobre la importancia del trabajo en equipo y la inclusión.

"Vamos a hacer un mural gigante de Messi", dijo Lucía emocionada. "¡Sí! Y podemos cantar canciones mientras lo hacemos", agregó Martín. Así fue como todos los chicos trabajaron juntos en el mural, cantando canciones divertidas y apoyándose mutuamente.

Tomás se sintió incluido en el grupo por primera vez desde que llegó a la plaza.

Al final del día, cuando terminaron el mural, se dieron cuenta de que no solo habían pasado un buen rato juntos, sino que también habían aprendido importantes lecciones sobre trabajar en equipo, ser inclusivos y nunca rendirse ante las dificultades. Tomás sonrió al ver su nombre junto al de sus nuevos amigos en el mural.

Se dio cuenta de que era parte del equipo ahora y estaba emocionado por seguir aprendiendo junto a ellos cada semana.

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