El nacimiento de Draco
Había una vez un pequeño duende llamado Tito, quien vivía en el bosque encantado. Tito era muy curioso y siempre estaba en busca de aventuras emocionantes.
Un día, mientras exploraba entre los árboles, encontró algo asombroso: ¡un huevo de dragón muy grande! Tito se acercó lentamente al huevo y lo examinó con cuidado. Estaba maravillado por su tamaño y color brillante. Sabía que debía protegerlo y cuidarlo hasta que naciera el bebé dragón.
El duende sabía que necesitaría ayuda para mantener el huevo a salvo, así que decidió buscar a sus amigos del bosque mágico. Primero fue a ver a la hada Isabella.
"¡Isabella! ¡Ven rápido! He encontrado un huevo de dragón gigante", exclamó Tito emocionado. La hada Isabella voló rápidamente hacia él y quedó sorprendida al ver el enorme huevo. "¡Es increíble, Tito! Debemos asegurarnos de protegerlo hasta que nazca el bebé dragón", dijo la hada con entusiasmo.
Juntos, Tito e Isabella llevaron el huevo a un lugar seguro en medio del bosque. Allí construyeron una pequeña cabaña para resguardarlo del frío y los peligros externos.
Días pasaron y todos los habitantes del bosque visitaban la cabaña para ver cómo crecía el bebé dragón dentro del huevo. La emoción era palpable en cada visita. Un día, cuando Tito llegó a la cabaña como de costumbre, notó algo diferente. El huevo temblaba y se agrietaba.
"¡Isabella! ¡Está a punto de nacer!", gritó Tito emocionado. La hada Isabella llegó rápidamente y juntos observaron cómo el bebé dragón rompía el cascarón. Era un momento mágico e inolvidable para todos los presentes. El bebé dragón salió del huevo con timidez.
Tenía escamas brillantes y pequeñas alas que apenas podían volar. Todos se maravillaron ante su presencia. Tito decidió llamarlo Draco, en honor a su naturaleza mágica y valiente.
Él sería el protector del bosque encantado, ayudando a mantener la paz entre todas las criaturas mágicas que vivían allí. A medida que Draco crecía, aprendió muchas lecciones importantes sobre amistad y valentía gracias a Tito e Isabella.
Juntos exploraban el bosque, resolvían problemas y protegían a los habitantes del bosque de cualquier peligro. Con el tiempo, Draco se convirtió en un poderoso dragón capaz de volar alto en los cielos y escupir fuego cuando era necesario para proteger al bosque encantado.
Gracias al descubrimiento del huevo de dragón por parte de Tito, el bosque encantado vivió en paz y armonía durante muchos años. Los habitantes estaban felices sabiendo que tenían a su querido duende y a su leal amigo dragón cuidándolos siempre.
Y así termina esta historia llena de magia y aventuras donde la importancia de la amistad verdadera nos enseña que, con valentía y apoyo mutuo, podemos superar cualquier obstáculo que se nos presente.
FIN.