El Nacimiento de Venus
Había una vez, en un hermoso mundo lleno de agua cristalina y flores de mil colores, donde los vientos susurraban secretos a las olas del mar. En este mágico lugar, nacía una niña especial llamada Venus. Su belleza era tan deslumbrante que los dioses y diosas del océano la esperaban con ansias, ya que sabían que su llegada haría brillar aún más al mundo.
Un día, cuando el sol se encontraba en su punto más alto, una gran chispa de luz apareció en el horizonte. Esa luz se transformó en un hermoso caparazón de mar, que flotaba suavemente en la orilla. De repente, Venus emergió del caparazón, sus cabellos dorados danzaban al ritmo del viento, y su piel brillaba como las perlas que adornaban el fondo del océano.
"¡Miren, miren!" exclamó el viento, que al ver a Venus se sintió inspirado. "Ella es una verdadera joya del mar".
"¡Sí! Vamos a darle la bienvenida!" respondió una gaviota que volaba alto en el cielo. Y así, todos los animales del océano se acercaron con gran emoción.
"Soy Venus, la hija del mar", dijo la niña con una sonrisa que iluminaba el lugar. "He venido a compartir mi luz y mi amor con todos ustedes".
Pero no todo era alegría. En las profundidades del océano, había un pez triste llamado Búho Blue. Búho Blue no se sentía especial como Venus. "¿Por qué todos la aplauden a ella y no a mí?" lloraba con sus ojos grandes y saltones.
"¡Ay, Búho!" dijo un diminuto cangrejo que se acercó. "Ella trae luz y alegría, pero eso no significa que tú no eres especial. Cada uno de nosotros tiene algo único que ofrecer. Tal vez debas encontrar lo que te hace diferente".
Así, Búho Blue decidió que debía explorar y descubrir su propia chispa especial. Mientras tanto, Venus ya estaba rodeada de amigos: había caballitos de mar, delfines y la dulce tortuga llamada Lila.
"¿Podemos jugar?" preguntó Lila, emocionada.
"Claro, juntos podemos hacer una fiesta en el arrecife!" respondió Venus.
La fiesta comenzó y los colores se desbordaron: burbujas de todos los tonos llenaban el agua, mientras todos disfrutaban de juegos y canciones. El entusiasmo fue tal que incluso Búho Blue no pudo resistir la tentación, queriendo ser parte de la celebración.
De un salto, se acercó al grupo. "Hola, soy Búho Blue. También quiero jugar". Venus lo miró con una sonrisa amigable. "¡Por supuesto! El mar es para todos, y cada uno tiene algo que aportar".
Para sorpresa de todos, Búho Blue reveló lo que lo hacía especial: su habilidad para contar historias. Con entusiasmo, comenzó a narrar relatos elaborados sobre las aventuras del océano, hablando sobre sirenas, tesoros y misterios escondidos en lo profundo del mar.
"Una vez, un valiente pez se adentró en un oscuro túnel…" comenzó Búho Blue, y todos se sentaron a escuchar. La atención en sus ojos reflejaba la admiración. Así, entendieron que cada uno tenía su propio brillo, y en conjunto, hacían del océano un lugar aún más especial.
Al terminar la fiesta, el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo con colores dorados y rosados. Venus, ahora rodeada de nuevos amigos, comprendió que su luz era aún más brillante cuando todos compartían sus talentos.
"Chicos, cada uno de nosotros trae un pedacito de magia al mar. Ustedes son tan importantes como yo", dijo Venus, sonriendo.
Y con eso, todos comprendieron la verdad: no se trataba solo de belleza, sino de la diversidad y el amor que cada uno aportaba. Desde aquel día, ellos celebraron cada día juntos, creando un coro de risas y amistad que resonaba a través de las olas.
Y así, en ese rincón del mundo, el mar nunca dejó de brillar, porque la luz de Venus seguía siendo una inspiración, demostrando que lo más importante de todos es ser uno mismo y compartir su verdadero ser con los demás. Desde entonces, todos los animales del mar se unieron para celebrar sus diferencias y cada día aprender de lo especial que eran.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.