El nene que no quería dormir solo



Había una vez un nene llamado Tomás que vivía en un lindo barrio de Buenos Aires. A Tomás le encantaba jugar con sus amigos, colorear en su cuaderno y ver dibujitos en la tele. Pero cuando llegaba la noche y era hora de dormir, Tomás se ponía un poco triste.

"Mamá, yo no quiero dormir solo. Tengo miedo de la oscuridad y de los ruidos de la casa" - le decía a su mamá, que siempre le daba un beso antes de dormir.

"No te preocupes, mi amor. La oscuridad es solo un lugar donde los sueños se esconden. ¿Qué te parece si hacemos algo especial para que te sientas más cómodo?" - le respondió su mamá con una sonrisa.

Tomás miró a su mamá, intrigado. "¿Qué cosas especiales podemos hacer?" - preguntó, curioso.

"Podemos crear un rincón de sueños en tu habitación. Vamos a decorarlo con tus dibujos y pondremos una lámpara de luz suave para que no esté tan oscuro. También puedes elegir un peluche que te acompañe cada noche".

"¡Eso suena genial!" - exclamó Tomás, sintiendo que su corazón se llenaba de emoción.

Así que esa noche, Tomás y su mamá se pusieron manos a la obra. Sacaron un montón de colores y comenzaron a decorar la pared. Hicieron dibujos del sol, de la luna, de sus juguetes favoritos y hasta de los personajes de sus cuentos. El rincón de sueños se llenó de risas y creatividad.

"¡Mirá, mamá!" - dijo Tomás mientras dibujaba. "Este es el dragón que vuela por las noches y me cuida mientras duermo".

"Perfecto, Tomás. Cada vez que mires tu dibujo, recordarás que eres valiente y que siempre tienes compañía" - le aseguró su mamá.

Cuando terminaron, Tomás eligió su peluche favorito, un oso llamado Toto. "Toto va a cuidar de mí mientras sueño, ¿verdad?" - afirmó Tomás mientras abrazaba a su peluche.

"Así es, Toto será tu guardián de sueños" - le dijo su mamá con ternura.

Esa noche, Tomás se metió en su cama con Toto a su lado y empezó a mirar los dibujos en su pared. La luz suave de la lámpara iluminaba la habitación con un brillo cálido. Tomás se sintió seguro y feliz.

"Mamá, ¿puedes contarme un cuento antes de dormir?" - pidió Tomás.

"Por supuesto, mi amor. Hoy te contaré la historia de un pequeño niño que también tenía miedo de la oscuridad. Pero un día, descubrió que la noche era el momento más mágico para soñar".

A medida que su mamá narraba la historia, Tomás se fue sintiendo más tranquilo y menos asustado. Se imaginó a sí mismo como el pequeño héroe de la historia, aventurándose en un mundo de sueños encantados.

De pronto, escuchó un ruido fuera de su ventana. "¿Qué fue eso?" - preguntó, con un poco de temor.

"No te preocupes, mi vida. Solo es el viento. Pero si quieres, podemos imaginar que es una palabrita que juega con nosotros" - respondió su mamá, buscando tranquilizarlo.

Tomás sonrió. "¿Y si es un elefante?" - sugirió, mirando a Toto.

"Claro, un elefante muy amistoso que viene a traerte globos de colores" - le dijo su mamá, y Tomás se dejó llevar por la fantasía.

A partir de esa noche, la habitación de Tomás se transformó en un espacio lleno de magia y alegría. La luz suave, los dibujos hechos con amor y Toto siempre a su lado le ayudaron a mantenerse valiente.

Pasaron los días y cada vez que Tomás escuchaba un ruido, podía recordar con seguridad los cuentos y las imaginaciones que lo hacían sentir acompañado. Comenzó a dormirse con más facilidad y a disfrutar de sus sueños.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, se dio cuenta de algo sorprendente. "Chicos, ¡una vez tuve miedo de dormir solo, y ahora ya no!" - les contó con entusiasmo. Sus amigos lo miraron maravillados.

"¡Qué bien, Tomás! Pero, ¿cómo lo lograste?" - preguntó uno de ellos.

"Fue gracias a que hice un rincón de sueños con mi mamá y ahora tengo a Toto, mi guardián" - respondió orgulloso, sintiéndose como un verdadero aventurero.

Desde aquel día, Tomás no solo dejó de tener miedo de dormir solo, sino que también se convirtió en un gran amigo para aquellos que tenían miedos. Les contó sobre su rincón de sueños y cómo con un poco de imaginación, podían convertir la oscuridad en un lugar de aventuras.

Y así, Tomás aprendió que a veces el miedo puede ser transformado con un poco de amor, creatividad y la ayuda de aquellos que más queremos. En las noches oscuras, ya no sólo había sombras, sino un mundo lleno de sueños y risas esperando ser descubierto. Fin.

FIN.

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