El Nene Travieso que No Quería Dormir Siesta



Había una vez un nene travieso llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo. Lucas tenía una energía inagotable y una imaginación desbordante. Cada día, al llegar la hora de la siesta, su mamá lo llamaba:

"¡Lucas! Es hora de la siesta, ven a descansar."

"¡No quiero! No tengo sueño. ¡Quiero seguir jugando!"

Pero la mamá de Lucas sabía que la siesta era importante para que él tuviera energía para jugar más tarde. Sin embargo, Lucas no podía verlo así. Hacía todo lo posible por evitar que lo mandaran a dormir. Un día, mientras su mamá estaba en la cocina, Lucas decidió que esa sería la ocasión perfecta para hacer una pequeña travesura.

Así que salió al jardín y comenzó a hablar con sus amigos imaginarios: un dragón verde llamado Chispas y una hada llamada Lila.

"Chispas, ¿te gustaría volar por el cielo?"

"¡Sí! Y Lila podría iluminarnos con su polvo de estrellas."

Decidido a seguir jugando, se perdió en su mundo de fantasía. Sin embargo, el sol brillaba intensamente, y pronto Lucas comenzó a sentir un pequeño cansancio.

Mientras jugaba, escuchó el canto de un pajarito.

"Debo ser como ese pajarito, siempre volando y nunca descansando", pensó.

Pero a medida que pasaban los minutos, su energía empezaba a desvanecerse.

Cuando la tarde comenzó a caer, se sintió muy cansado. En ese momento, decidió que era hora de volver a casa. Pero al llegar, encontró a su mamá esperándolo.

"¿Dónde estabas, Lucas?"

"Fui a jugar con Chispas y Lila, pero..."

Su voz se iba apagando.

Su mamá se dio cuenta de que ya era hora de acostarse.

"¿Quieres que te lea un cuento antes de dormir?"

"Sí... aunque no tengo sueño..."

Mientras su mamá comenzaba a leerle la historia de un valiente caballero que luchaba contra dragones, Lucas, poco a poco, se fue quedando dormido.

Soñó con aventuras maravillosas, con su dragón Chispas volando por encima de los árboles y con Lila iluminando el camino.

Cuando despertó, ya había pasado un buen tiempo. Se levantó de la cama y se sintió lleno de energía.

"¡Mamá, desperté!"

"Lucas, ¿cómo te sientes?"

"¡Fantástico! No sabía que dormir siesta podía ser tan increíble."

A partir de ese día, Lucas entendió que la siesta no solo era un momento para descansar, sino también para soñar y vivir nuevas aventuras en su imaginación. Desde entonces, cada día, cuando la hora de la siesta llegaba, Lucas se tumbaba en su cama con una gran sonrisa.

"¡Listo para mis aventuras!"

Y así, Lucas aprendió a disfrutar de su siesta, sabiendo que le daba más energía para jugar y crear historias maravillosas después.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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