El nido solidario



Había una vez un niño llamado Tomás y una niña llamada Martina que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas.

Un día, se enteraron de que se celebraría el Día de la Paz en su escuela y estaban muy emocionados por participar. Tomás y Martina eran muy buenos amigos, siempre jugaban juntos y se cuidaban el uno al otro. Pero ese día, algo inesperado sucedió: una cigüeña aterrizó en el patio de la escuela.

Los niños nunca habían visto una cigüeña antes, así que fueron corriendo a verla. La cigüeña parecía cansada y triste. Tenía un ala lastimada y no podía volar. Tomás y Martina se acercaron con mucho cuidado para no asustarla.

"¿Qué te pasa?", preguntó Martina con ternura. "Me lastimé el ala mientras volaba", respondió la cigüeña con voz débil. "¡Pobrecita! ¿Cómo podemos ayudarte?", exclamó Tomás preocupado.

Los niños sabían que tenían que hacer algo para ayudar a la cigüeña, pero no sabían qué. Decidieron llevarla al salón de clases donde todos los demás niños estaban preparando las actividades del Día de la Paz. Cuando llegaron allí, los maestros también se preocuparon por la cigüeña herida.

Todos los niños decidieron trabajar juntos para encontrar una solución. Después de pensarlo mucho, a alguien se le ocurrió construirle una casa especial a la cigüeña dentro del patio escolar para que pudiera descansar y recuperarse de su lesión.

Los niños buscaron materiales como ramas, hojas y piedras para hacer un nido grande y cómodo. Trabajaron juntos durante toda la tarde hasta que finalmente terminaron. La cigüeña se sintió muy agradecida por el esfuerzo de los niños.

Les dijo que estaba emocionada de tener una nueva casa donde podría descansar y sanar. Al día siguiente, cuando todos los niños llegaron a la escuela, encontraron una sorpresa maravillosa: la cigüeña ya podía volar nuevamente.

Había dejado el nido pero había dejado una carta de agradecimiento en su lugar. En la carta, la cigüeña decía cuánto apreciaba el amor y cuidado que había recibido de Tomás, Martina y todos sus amigos.

Les recordaba lo importante que era trabajar juntos para ayudar a otros seres vivos. Desde ese día, Tomás, Martina y todos los demás niños aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de ser amables y solidarios con los demás.

Comprendieron que juntos podían hacer grandes cosas e inspirar paz en el mundo. Y así fue como aquel Día de la Paz se convirtió en un día inolvidable para todos los niños del pueblo gracias a su acto generoso hacia esa pequeña cigüeña herida.

A partir de entonces, siempre recordaron la importancia de ayudarse mutuamente porque sabían que cada pequeño gesto puede hacer una gran diferencia en el mundo.

FIN.

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