El Niña y el Basurero Mágico



Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un barrio lleno de árboles y flores. Sin embargo, había un problema: Mateo no quería tirar la basura en el basurero. Siempre dejaba envoltorios de dulces y latas vacías tirados en el suelo. Su hogar estaba lleno de cosas que no usaba y siempre decía:

"No importa, es solo un papelito. Nadie lo va a notar."

Un día, mientras caminaba hacia el parque con su perro, conoció a una niña llamada Sofía. Ella era una amante de la naturaleza y siempre llevaba una mochila repleta de cosas útiles. Al ver a Mateo dejando residuos en el suelo, Sofía lo confrontó.

"Hey, ¿por qué tirás esa basura en el suelo? No es correcto. Los animales podrían comerla y lastimarse."

Mateo se encogió de hombros, pero la mirada preocupada de Sofía le hizo replantearse su actitud.

"¿Y qué pasa si un pájaro se traga mi envoltorio de caramelos?" - preguntó Mateo, tratando de justificar su comportamiento.

Sofía sonrió y le dijo:

"¡Exacto! Podría pasar algo así. Además, si todos tiran basura, el parque se convierte en un lugar feo. Vamos, seguime."

Sofía llevó a Mateo a una parte del parque donde había un árbol enorme. Debajo de ese árbol, había un basurero brillante que parecía mágico.

"Este es el basurero mágico de nuestro parque. Todos los que tiran la basura aquí hacen que el parque sea más lindo. Pronto, vamos a ver un cambio hermoso."

Mateo lo miró divertido, pero no se lo creía. Sin embargo, decidió seguir a Sofía y ver qué sucedía. Al principio, era un poco reacio, pero a medida que fueron recogiendo basura juntos, Mateo empezó a notar la diferencia.

"Mirá, ya no hay papeles tirados. El césped se ve más verde y las flores están más felices."

Sofía asintió y continuó:

"Sí, y los animales vienen a vivir aquí. Si cuidamos nuestro entorno, ellos también estarán felices."

Esa idea le llegó profundo a Mateo. Comenzó a recoger cada vez más basura y a ponerla en el basurero mágico. Así pasaron el día, recogiendo residuos y riendo juntos.

En los días siguientes, Mateo empezó a hacer el mismo recorrido al parque, pero esta vez llevaba una pequeña bolsa para recoger la basura que encontraba en su camino. Sofía lo acompañaba, y juntos se volvieron conocidos en el barrio por su esfuerzo por mantener el parque limpio.

El clima cambió, y Mateo tuvo una idea genial:

"Sofía, ¿y si hacemos una campaña para que todos los chicos del barrio se unan a limpiar el parque?"

Sofía, con los ojos brillando, contestó:

"¡Esa es una excelente idea, Mateo! Así todos podemos cuidar nuestro entorno."

Con mucha energía, los dos amigos comenzaron a hablarle a sus compañeros de escuela sobre la importancia de cuidar la naturaleza y de tirar la basura en su lugar. Pusieron carteles en el parque invitando a todos a participar en una gran limpieza. El día de la limpieza, muchas familias se unieron. El parque se llenó de risas y música, y todos se sintieron orgullosos de hacer un buen trabajo.

Después de una mañana entera de limpieza, el parque brillaba. Mateo sonreía al ver el impacto que tenían sus acciones.

"¿Ves, Sofía? ¡No solo es un basurero! Es un lugar donde todos podemos disfrutar y vivir felices."

Sofía, emocionada, respondió:

"Sí, Mateo. Y gracias a vos, el parque tiene mucho más magia ahora. ¡Sigamos cuidándolo siempre!"

Desde ese día, Mateo nunca más dejó la basura tirada y se convirtió en un defensor activo de su comunidad. Aprendió que cuidar el entorno no solo era bueno para los animales y plantas, sino también para las personas. El parque se transformó en un lugar maravilloso gracias al esfuerzo de sus amigos del barrio, y Mateo se sintió feliz al saber que había cambiado su mal hábito.

Y así, el basurero mágico se llenó de basura recogida, pero también de risas, amistad y compromiso con el cuidado del planeta.

FIN.

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