El niño amable


Había una vez un pequeño niño llamado Tomás, quien siempre saludaba a todos con un alegre "¡Hola!" sin importar quiénes fueran.

Pero en su vecindario vivía un niño muy grosero llamado Lucas, que nunca respondía al saludo de Tomás y siempre lo ignoraba. Un día, mientras Tomás caminaba por el parque, vio algo brillante en el suelo. Se acercó y descubrió que era una toalla mágica.

Al tomarla en sus manos, la toalla comenzó a hablarle: "Hola, Tomás. Soy la Toalla Mágica y puedo ayudarte a resolver problemas". Tomás estaba emocionado y le contó sobre Lucas, el niño grosero del vecindario. La Toalla Mágica le dijo: "No te preocupes, Tomás.

Te daré algunos consejos para lidiar con personas como Lucas". Tomás decidió poner en práctica los consejos de la Toalla Mágica al día siguiente cuando se encontró nuevamente con Lucas en la base del parque. "¡Hola!" -saludó Tomás alegremente.

Lucas lo miró con desprecio y respondió: "¿Qué quieres ahora?". En lugar de sentirse triste o molesto por la respuesta grosera de Lucas, Tomás recordó las palabras de la Toalla Mágica y decidió responder amablemente: "Solo quería desearte un buen día".

Lucas frunció el ceño confundido por esa respuesta inesperada. Pero antes de que pudiera decir algo más, llegaron corriendo dos niños mayores llamados Martín y Sofía. "¡Lucas! ¡Ven rápido! Necesitamos tu ayuda en el juego de la base", exclamó Martín.

Lucas miró a Tomás y luego a los otros niños, pensando en su respuesta. Finalmente, decidió unirse al juego sin decir nada más. Tomás se sintió feliz de que su amabilidad hubiera cambiado la actitud de Lucas.

Siguiendo los consejos de la Toalla Mágica, Tomás continuó saludando a todos con alegría y amabilidad, incluso si no recibía una respuesta positiva. Con el tiempo, más niños comenzaron a responderle al saludo de Tomás y disfrutaban pasar tiempo con él.

Se hizo muy popular en el vecindario porque siempre había alguien dispuesto a jugar con él o simplemente conversar. Un día, mientras jugaba en el parque, Tomás notó que alguien estaba espiándolo desde detrás de un árbol.

Era Lucas. Esta vez, Lucas se acercó tímidamente hacia él y le dijo:"Hola... ¿Puedo jugar contigo?". Tomás sonrió ampliamente y respondió: "¡Claro! Será divertido tener un nuevo amigo".

A partir de ese día, Lucas dejó atrás su actitud grosera y se convirtió en uno de los mejores amigos de Tomás. Juntos aprendieron sobre la importancia de ser amables y respetuosos con los demás.

La Toalla Mágica les enseñó que no podemos cambiar cómo las personas nos tratan, pero sí podemos elegir cómo reaccionar ante ello. Y al hacerlo, podemos influir positivamente en aquellos que nos rodean. Desde entonces, Tomás siguió siendo conocido como "el niño amable" del vecindario.

Y cada vez que alguien se sentía triste o necesitaba un amigo, Tomás estaba ahí para brindar apoyo y seguridad.

Y así, gracias a la amabilidad de Tomás, todos en el vecindario aprendieron que un simple "¡Hola!" puede hacer una gran diferencia en la vida de las personas. Y vivieron felices y amables para siempre. .

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