El niño amable de Villa Alegría


En un colorido pueblo llamado Villa Alegría, vivía Santi, un niño de cabello rizado y sonrisa radiante que destacaba por su gran educación y buenos modales.

Desde que abría los ojos por la mañana hasta que se iba a dormir por la noche, siempre saludaba con un alegre "¡Hola!" a cada persona que encontraba en su camino. Un día, Santi decidió explorar el bosque encantado que rodeaba Villa Alegría.

Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos, escuchó una voz temblorosa que provenía de detrás de unos arbustos. Con curiosidad, se acercó y descubrió a un pequeño conejito atrapado en una red. "¡Hola! ¿Cómo puedo ayudarte?", preguntó Santi con amabilidad.

El conejito asustado le contó cómo había caído en la trampa mientras jugaba cerca del arroyo. Sin dudarlo ni un segundo, Santi se puso manos a la obra y liberó al conejito con cuidado. "¡Gracias por salvarme!", dijo el conejito emocionado.

"De nada, siempre es importante ser amable y ayudar a los demás", respondió Santi con una sonrisa. Agradecido, el conejito guió a Santi hasta una pradera llena de flores brillantes y mariposas revoloteando.

Allí se encontraban sus amigos animales: Lucas el zorro astuto, Martina la ardilla traviesa y Lola la mariposa colorida. Todos ellos tenían problemas diferentes que necesitaban resolver.

Lucas estaba tratando de alcanzar unas manzanas del árbol más alto; Martina había perdido su colección de nueces; y Lola no podía encontrar su camino de regreso al jardín de flores donde vivía con su familia. Sin pensarlo dos veces, Santi les ofreció su ayuda a cada uno de ellos.

Subió al árbol para reagarrar las manzanas para Lucas, buscó entre las hojas secas hasta encontrar todas las nueces perdidas para Martina e incluso acompañó a Lola volando delicadamente hasta su hogar en el jardín de flores.

Al finalizar todas estas aventuras ayudando a sus nuevos amigos del bosque encantado, Santi regresó a Villa Alegría justo a tiempo para la hora de cenar con su familia.

Antes de despedirse por el día, como era costumbre en él, dijo:"¡Adiós! ¡Hasta mañana!"Su madre lo miró con orgullo y le preguntó cómo había sido su día. Con entusiasmo relató todo lo ocurrido en el bosque encantado y cómo había podido ayudar a sus amigos animales gracias a sus buenos modales y actitud amable.

Desde ese día en adelante, Santi siguió siendo conocido como "el niño más educado" no solo en Villa Alegría sino también en todo el bosque encantado.

Y es que demostró que ser amable, educado y servicial no solo te hace ganar amigos sino también te lleva a vivir grandes aventuras llenas de magia y bondad.

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