El niño andino y sus amigos de papel
En una pequeña aldea andina, vivía un niño llamado Mateo. A Mateo le encantaba el origami, pero no cualquier origami, a él le gustaba crear figuras circulares y redondas.
Cuando sus padres tenían que ir a trabajar a la chacra, Mateo se quedaba en casa, con el frío viento andino entrando por las ventanas. Pero en vez de aburrirse, él aprovechaba para sacar su papel de colores y crear a sus amigos de papel.
Moldeaba graciosos animalitos, dulces personajes y coloridas flores, que pronto poblaban su habitación. Sintiendo cómo el viento helado mecía sus creaciones, Mateo se sentía feliz y acompañado.
Una tarde, mientras Mateo estaba concentrado en dar vida a un pájaro de papel, escuchó un susurro proveniente de su ventana. Al mirar, se percató de que una de sus figuras, un conejito, había cobrado vida. -¡Hola Mateo! -dijo el conejito con una voz suave y jovial. Sorprendido, Mateo se acercó lentamente, sin poder creer lo que veía.
-¿Quién eres tú? -preguntó Mateo, con asombro. -Soy Pompón, el conejito que has creado con tanto cariño -respondió el pequeño ser.
A partir de ese día, todos los amigos de papel de Mateo cobraron vida, llenando su habitación de alegría y risas. Juntos vivieron aventuras emocionantes y aprendieron valiosas lecciones sobre la importancia de la amistad, la creatividad y el valor de ser uno mismo.
Con el tiempo, Mateo comprendió que la verdadera magia no residía en el papel ni en las figuras que creaba, sino en su propio corazón y su capacidad para dar amor y afecto.
Así, cada día se levantaba con una sonrisa, sabiendo que su habitación, su pequeño rincón en aquel lugar helado, estaba lleno de amigos que jamás lo abandonarían. Y cada vez que sus padres partían a la chacra, Mateo esperaba ansioso para seguir creando, sabiendo que nunca estaría solo con sus amigos de papel.
FIN.