El niño astrónomo


Érase una vez en un pequeño pueblo de Argentina, vivía Gorka, un niño de 5 años muy risueño y curioso. Desde que aprendió a hablar, no paraba de hacer preguntas sobre el mundo que lo rodeaba.

Sus padres siempre estaban dispuestos a responder sus inquietudes y alimentar su sed de conocimiento. Un día, mientras paseaban por el campo, Gorka levantó la mirada al cielo y vio miles de estrellas brillantes.

Su rostro se iluminó con asombro y preguntó: "¿Qué son esas luces tan bonitas en el cielo?"Sus padres sonrieron y le explicaron que esas luces eran parte del universo, un lugar enorme lleno de planetas, estrellas y muchas otras cosas fascinantes.

Gorka quedó maravillado con esa respuesta e inmediatamente quiso saber más. Así comenzaron las aventuras astronómicas de Gorka. Sus padres le compraron libros sobre el sistema solar y juntos exploraron las páginas llenas de información sorprendente.

Aprendieron los nombres de los planetas: Mercurio, Venus, Tierra (donde vivían), Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Gorka también descubrió que existen constelaciones en el cielo nocturno. Una noche despejada salió al jardín junto a sus padres para observarlas.

Mirando hacia arriba señaló una agrupación particularmente hermosa. - ¡Miren! ¡Esa constelación se parece mucho a una mujer! Sus padres sonrieron orgullosos porque habían enseñado a Gorka que esa constelación se llamaba Virgo.

Desde entonces, cada noche clara, Gorka buscaba las estrellas que formaban la figura de la mujer en el cielo. Un día, mientras Gorka y sus padres visitaban una feria en el pueblo vecino, encontraron un telescopio.

El dueño de la feria les explicó cómo usarlo para ver los planetas más cerca. Gorka estaba emocionado por tener la oportunidad de observarlos con sus propios ojos.

Cuando llegó el turno de Gorka para mirar por el telescopio, quedó asombrado al ver los anillos gigantes de Saturno y las manchas rojas en Júpiter. No podía creer lo increíble que era el universo y cuántas cosas había por descubrir. A medida que pasaba el tiempo, Gorka se convirtió en un pequeño experto del sistema solar y las constelaciones.

Compartía su conocimiento con sus amigos en la escuela y les contaba historias fascinantes sobre los planetas y las estrellas. Un día, mientras paseaba por el campo con su mejor amigo Tomás, vieron algo brillante caer del cielo.

Se acercaron corriendo hacia donde había caído y encontraron una pequeña piedra luminosa. - ¡Guau! ¿Será una estrella? - preguntó Tomás emocionado. Gorka sonrió y le explicó que no era una estrella exactamente, sino un meteorito.

Los dos amigos decidieron llevarlo a casa como un tesoro especial. A partir de ese momento, todos los días después del colegio, Gorka y Tomás se sentaban en el jardín de Gorka y observaban las estrellas, soñando con viajar al espacio algún día.

Gorka aprendió que el universo es infinito y que siempre hay algo nuevo por descubrir. Su curiosidad y amor por la astronomía nunca desapareció, y siempre encontraba una forma de compartir su pasión con los demás.

Así, Gorka creció rodeado de estrellas y planetas, convirtiendo su sueño infantil en una realidad llena de conocimiento e inspiración para todos aquellos que lo rodeaban.

Y así, cada noche, mientras miraba las estrellas desde su ventana, agradecía al universo por permitirle ser parte de algo tan maravilloso como el cosmos.

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