El niño aventurero y el sabio del bosque
Había una vez un niño llamado Lucas, quien era muy aventurero y siempre buscaba nuevas emociones. Un día, decidió adentrarse en el bosque cercano a su casa para explorar y descubrir cosas interesantes.
Sin embargo, lo que iba a ser una divertida aventura se convirtió en algo mucho más peligroso. Lucas caminaba entre los árboles altos y frondosos, maravillándose con la belleza de la naturaleza que lo rodeaba.
Pero poco a poco, se fue alejando cada vez más del camino principal hasta perderse por completo. El sol comenzó a esconderse detrás de las montañas, dejando al pequeño Lucas en medio de la oscuridad del bosque.
El miedo empezó a apoderarse de él mientras intentaba encontrar el camino de regreso a casa. "-¡Hola! ¿Hay alguien ahí?", gritó Lucas con voz temblorosa. No hubo respuesta alguna. Solo el silencio le respondió en forma de eco. El niño estaba asustado y no sabía qué hacer.
De repente, escuchó un ruido extraño proveniente de unos arbustos cercanos. Se acercó lentamente y vio una pequeña ardilla atrapada entre las ramas. "-Oh pobre ardillita", exclamó Lucas compadeciéndose del animalito.
Con mucho cuidado, liberó a la ardilla y esta saltó rápidamente hacia un árbol cercano como si quisiera mostrarle algo importante al niño perdido. Lucas siguió a la ardilla confiando en su instinto animal. Después de caminar un rato, llegaron a una pequeña cabaña en medio del bosque.
En su interior, encontraron a un anciano amable y sabio llamado Don Miguel. "-Hola, niño perdido. Me alegra que hayas encontrado mi cabaña", dijo el anciano sonriendo.
Lucas le contó su historia al viejo y cómo se había perdido en el bosque. Don Miguel escuchó atentamente y le explicó que perderse es algo muy peligroso, pero también puede ser una oportunidad para aprender cosas nuevas.
Durante varios días, Lucas aprendió de Don Miguel sobre la flora y fauna del bosque. Descubrió cómo orientarse con las estrellas y los rastros de los animales. Aprendió a encender fuego sin fósforos y a construir refugios temporales para protegerse de la lluvia.
Con el paso del tiempo, Lucas se convirtió en un experto explorador gracias a las enseñanzas de Don Miguel. Finalmente, llegó el momento de regresar a casa. "-Gracias por todo lo que me has enseñado", dijo Lucas emocionado mientras abrazaba al anciano.
"-Recuerda siempre lo más importante: nunca pierdas la esperanza y confía en ti mismo", respondió Don Miguel con cariño. Lucas regresó a casa convertido en un niño valiente y seguro de sí mismo.
Contó todas sus aventuras a su familia quienes quedaron asombrados por todo lo que había aprendido en el bosque.
A partir de ese día, Lucas siguió explorando nuevos lugares junto con su familia, pero siempre recordando las enseñanzas del sabio Don Miguel: nunca perder la esperanza y creer en uno mismo son las claves para superar cualquier desafío. Y así, el pequeño Lucas vivió muchas más aventuras, siempre recordando que en cada dificultad hay una oportunidad para aprender y crecer.
FIN.