El niño aventurero y la montaña encantada



Axel era un niño curioso y aventurero que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Desde muy pequeño, Axel había escuchado historias sobre el misterioso Monte Encantado, un lugar lleno de magia y secretos.

Su abuelo le contaba cuentos sobre criaturas fantásticas que habitaban allí, como duendes, hadas y hasta dragones. La imaginación de Axel volaba cada vez que escuchaba estas historias, y soñaba con adentrarse en el Monte Encantado para descubrir todos sus tesoros escondidos.

Un día decidió que ya era hora de explorar ese lugar mágico por sí mismo. Con su mochila llena de provisiones y una brújula en mano, Axel se dirigió hacia el bosque que rodeaba al pueblo.

El camino estaba lleno de árboles altos y frondosos, pero a medida que se adentraba más en el bosque, todo parecía cobrar vida. Los rayos del sol se filtraban entre las ramas creando destellos dorados en el suelo.

De repente, Axel escuchó un ruido extraño proveniente detrás de unos arbustos. Se acercó sigilosamente y descubrió a un pequeño mapache jugando con unas hojas secas. El mapache lo miró con curiosidad y después salió corriendo hacia el interior del bosque.

Axel decidió seguirlo para ver qué había detrás de aquellos árboles imponentes. Mientras avanzaba entre la maleza espesa, encontró una cascada cristalina fluyendo entre las rocas.

Era tan hermosa que Axel no pudo resistirse a sumergir sus pies en el agua fresca. De repente, una voz dulce y melodiosa se escuchó desde lo alto de la cascada. "¡Bienvenido al Monte Encantado, Axel! Estás a punto de vivir una gran aventura"- dijo la voz.

Axel miró hacia arriba y vio a una hermosa hada posada sobre una hoja gigante. Axel estaba asombrado y emocionado. "¿Eres un hada real?"- preguntó con entusiasmo. La hada sonrió y asintió con la cabeza.

"Sí, soy Amalia, guardiana del Monte Encantado. He estado esperando tu llegada para mostrarte los secretos que este lugar esconde"- respondió ella.

Amalia llevó a Axel por senderos ocultos entre los árboles, donde descubrieron plantas mágicas que brillaban en la oscuridad y flores que cantaban al ser tocadas. También se encontraron con criaturas amigables como un conejo parlante llamado Ciro y un búho sabio llamado Bartolomé. Pero el verdadero desafío aún estaba por venir.

Amalia le dijo a Axel que debía superar tres pruebas para convertirse en el protector del Monte Encantado. La primera prueba consistía en encontrar una llave dorada perdida en algún lugar del bosque encantado.

Con su ingenio y habilidad para seguir pistas, Axel logró encontrarla bajo las raíces de un antiguo roble. La segunda prueba era cruzar un puente colgante sobre un río tumultuoso lleno de sirenas traviesas intentando distraerlo con sus canciones. Axel se mantuvo concentrado y logró llegar al otro lado sin caer.

La tercera prueba era la más difícil de todas. Debía enfrentarse a un dragón dormido para obtener una joya mágica que le otorgaría el poder de proteger el Monte Encantado.

Con valentía, Axel se acercó sigilosamente al dragón y tomó la joya sin despertarlo. Cuando regresó con Amalia, ella lo felicitó por haber superado las pruebas con éxito. "Eres digno de convertirte en el protector del Monte Encantado, Axel"- dijo Amalia emocionada.

Desde ese día, Axel cuidó del Monte Encantado como su guardián y compartió sus aventuras con todos los habitantes del pueblo. Los niños escuchaban atentos sus historias y soñaban con ser como él algún día.

Axel aprendió que lo más importante en la vida es creer en uno mismo y perseguir los sueños con valentía. El Monte Encantado le enseñó a valorar la magia que existe en cada rincón del mundo y a nunca dejar de explorar y descubrir nuevas maravillas.

FIN.

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