El niño bondadoso y la lámpara mágica



Había una vez un niño llamado Tomás, quien vivía en una pequeña casa junto a su familia. Aunque su hogar era modesto, nunca había dejado de sentirse feliz y agradecido por todo lo que tenía.

Un día, mientras jugaba en el patio trasero de su casa, Tomás encontró una vieja lámpara mágica escondida bajo un montón de hojas. Sin pensarlo dos veces, la frotó con todas sus fuerzas y para su sorpresa, apareció un genio.

"¡Hola, soy el genio de la lámpara! Por liberarme te concederé tres deseos", dijo el genio con una sonrisa amable. Tomás no podía creerlo. Tenía la oportunidad de pedir cualquier cosa que quisiera.

Pero en lugar de desear riquezas o lujos extravagantes, decidió hacer algo diferente. "-Señor Genio, mi primer deseo es ayudar a todos los niños que no tienen un hogar", expresó Tomás con determinación. El genio quedó impresionado por la nobleza del niño y cumplió su deseo al instante.

De repente, aparecieron casas nuevas y acogedoras para todos los niños necesitados. Ahora tendrían un lugar seguro donde vivir y ser felices. Tomás se sentía muy contento al ver las sonrisas en los rostros de los demás niños.

Pero sabía que aún había más trabajo por hacer. "-Señor Genio, mi segundo deseo es llevar esperanza a aquellos que se sienten tristes o solos", dijo Tomás con compasión en sus ojos.

El genio asintió y en ese momento, miles de globos multicolores llenaron el cielo. Cada globo llevaba una nota con palabras de aliento y amor para aquellos que necesitaban un poco de felicidad en sus vidas.

Tomás sabía que sus deseos estaban haciendo una diferencia, pero aún tenía uno más en mente. "-Señor Genio, mi último deseo es enseñarle a todos que la verdadera riqueza está en el corazón y no en las posesiones materiales", expresó Tomás con sabiduría.

El genio sonrió y concedió su tercer deseo. De repente, todos los juguetes y objetos valiosos del mundo se convirtieron en pequeñas semillas mágicas.

Estas semillas fueron enviadas a cada hogar del planeta para recordarles a las personas que la verdadera felicidad no se encuentra en lo material, sino en los momentos compartidos con seres queridos. Desde ese día, Tomás se convirtió en un símbolo de generosidad y bondad.

Su pequeña casa se llenó de amigos nuevos que venían a aprender sobre el valor de las cosas importantes de la vida. Aunque viviera en una casa pequeña, Tomás demostró al mundo entero que incluso las personas más humildes pueden hacer grandes cambios.

Y así, su historia inspiró a muchos otros a buscar la felicidad donde realmente importa: dentro del corazón. Y colorín colorado, esta historia ha terminado... por ahora.

FIN.

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