El niño carpintero del bosque



Había una vez un niño llamado Juanito, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Juanito era muy travieso y curioso, siempre estaba explorando nuevos lugares y aprendiendo cosas nuevas.

Un día, mientras jugaba en el bosque con sus amigos, se separó sin darse cuenta de ellos. Al principio no sintió miedo, pero al ver que no encontraba el camino de regreso a casa, comenzó a preocuparse.

"¡Amigos! ¡¿Dónde están? ! ¡No los veo!", gritaba Juanito entre lágrimas mientras corría de un lado a otro buscando alguna señal conocida. Pasaron las horas y ya era de noche cuando finalmente llegaron los padres de Juanito junto con los vecinos del pueblo para buscarlo.

Después de una larga búsqueda, lo encontraron acurrucado bajo un árbol, temblando de frío y miedo. "¡Juanito! ¡Qué susto nos diste! ¿Estás bien?", preguntó su mamá entre abrazos y lágrimas de alegría. "Sí mamá, estoy bien.

Me perdí pero recordé lo que papá me enseñó sobre cómo orientarme en el bosque", respondió Juanito con voz temblorosa pero orgullosa. A partir de ese día, la vida de Juanito cambió.

Se interesó aún más por aprender habilidades útiles para sobrevivir en la naturaleza y decidió ayudar a construir refugios para los excursionistas que visitaban el pueblo. Con cada proyecto nuevo, descubría su pasión por la carpintería.

Con el tiempo, Juanito se convirtió en un experto carpintero reconocido en toda la región. Sus creaciones eran tan hermosas y resistentes que todos querían tener algo hecho por él. Pero lo más importante era que había encontrado su camino gracias a esa experiencia traumática de perderse en el bosque.

"Nunca pensé que algo tan malo como perderme podría llevarme a descubrir mi verdadera vocación", le confesaba Juanito a su padre mientras trabajaban juntos en su taller. "La vida tiene formas curiosas de guiarnos hacia nuestro destino, hijo.

Estoy orgulloso del hombre valiente y talentoso en el que te has convertido", respondió su padre con una sonrisa llena de amor y admiración. Y así, Juanito siguió adelante forjando su camino como carpintero con humildad, gratitud y determinación.

Aprendió que incluso los momentos más oscuros podían convertirse en oportunidades para crecer y brillar con luz propia.

Y aunque nunca olvidaría aquel día en el bosque, sabía que gracias a él se había convertido en quien realmente estaba destinado a ser: un maestro artesano capaz de crear belleza donde antes solo había desorientación y miedo.

FIN.

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