El niño curioso y activo que descubrió el mundo de los libros



Había una vez un niño llamado Pedro que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas.

Pedro era un niño muy activo y curioso, a quien le encantaba jugar al fútbol, explorar la naturaleza y construir cosas con sus bloques. Sin embargo, había algo que a Pedro no le gustaba para nada: leer libros. Él pensaba que leer era aburrido y prefería pasar su tiempo libre haciendo cualquier otra cosa.

Sus padres intentaban animarlo a leer con cuentos divertidos, pero él siempre los rechazaba. Un día, mientras jugaba en el parque del pueblo, Pedro se encontró con un viejo librero llamado Don Ernesto.

Don Ernesto tenía una larga barba blanca y llevaba siempre consigo una maleta llena de libros mágicos. "Hola, joven aventurero", dijo Don Ernesto con una sonrisa amable.

"¿Te gustaría descubrir el secreto maravilloso que se esconde entre las páginas de los libros?"Pedro frunció el ceño y respondió: "No me gustan los libros, son aburridos". Don Ernesto rió suavemente y le dijo: "Pedro, te aseguro que dentro de cada libro hay mundos llenos de sorpresas y aventuras increíbles.

Solo necesitas abrir tu mente y dejarte llevar por la magia de las palabras". Pedro estaba intrigado por las palabras del anciano librero. Tal vez había algo más en los libros de lo que él pensaba. Decidió darle una oportunidad y aceptó el desafío propuesto por Don Ernesto.

El librero sacó uno de sus libros mágicos de su maleta y lo entregó a Pedro. Era un libro con muchas ilustraciones coloridas y letras grandes. Pedro se sentó en el banco del parque y comenzó a leer.

A medida que pasaban las páginas, algo increíble sucedió. Las palabras cobraron vida ante los ojos de Pedro, transportándolo a lugares lejanos e imaginarios.

Se encontraba en medio de una selva llena de animales exóticos, luego en un castillo encantado donde vivían princesas valientes y dragones amigables. Pedro no podía creer lo que estaba viviendo. Los libros no eran aburridos en absoluto, ¡eran emocionantes! Cada historia era como una película que se reproducía en su mente.

A partir de ese día, Pedro se convirtió en un ávido lector. Pasaba horas sumergido en las historias más fascinantes: desde cuentos de hadas hasta aventuras espaciales y misterios por resolver. Descubrió que la lectura no solo era entretenida, sino también educativa.

"¡Gracias, Don Ernesto!", exclamó Pedro emocionado mientras devolvía el libro al librero. "Nunca pensé que los libros fueran tan divertidos".

Don Ernesto sonrió satisfecho y respondió: "La magia de la lectura está siempre ahí esperando ser descubierta por aquellos dispuestos a abrir sus corazones y mentes". Desde ese día, Pedro compartió su amor por la lectura con sus amigos del colegio e incluso formaron un club de lectura donde cada semana elegían un nuevo libro para disfrutar juntos.

Y así fue como Pedro aprendió que los libros son puertas hacia mundos llenos de imaginación y aprendizaje, y que la lectura puede ser la mejor compañera en todas las aventuras de la vida.

FIN.

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