El niño curioso y amante de la naturaleza
Había una vez, en un lejano pueblo celta llamado Bretón, un niño llamado Artai. Artai era el primer hijo de su familia y también el primer sobrino y nieto.
Vivía en un lugar hermoso rodeado de naturaleza y misterio. Desde pequeño, Artai siempre había sentido una conexión especial con la tierra y los árboles que lo rodeaban. Pasaba horas explorando los bosques cercanos, descubriendo plantas medicinales y animales fascinantes.
Pero había algo más en él, algo que lo hacía sentir diferente a los demás niños. Un día, mientras jugaba cerca del río, Artai encontró un viejo mapa dibujado en un trozo de pergamino.
El mapa mostraba las tierras desconocidas más allá del río y despertó la curiosidad del niño. Decidió emprender una aventura para descubrir qué se escondía detrás de aquellos límites. Lleno de emoción e intriga, Artai se despidió de su familia y partió hacia lo desconocido.
Caminó durante días hasta llegar a una gran ciudad llamada Coruña. Allí se encontró con personas diferentes a las que conocía en su pequeño pueblo celta: gente ocupada caminando apresurada por las calles llenas de edificios altos.
Artai sintió nostalgia por su hogar pero decidió quedarse allí para aprender nuevas cosas y compartir sus conocimientos sobre la naturaleza con todos los habitantes de la ciudad.
Un día soleado, mientras paseaba por el puerto marítimo, Artai escuchó risas provenientes de un grupo de niños que jugaban cerca de un barco. Se acercó y con una sonrisa en el rostro les preguntó si podía unirse a ellos. "¡Claro! ¡Eres bienvenido!"- exclamaron los niños emocionados.
Artai se hizo amigo de aquel grupo de niños y juntos exploraron cada rincón de la ciudad, descubriendo parques, plazas e incluso pequeños jardines escondidos entre los edificios.
Artai les enseñaba sobre las plantas y animales que encontraban en su camino, mientras ellos le contaban historias sobre la ciudad y sus tradiciones. Un día, durante uno de sus paseos por el bosque cercano a Coruña, Artai encontró una planta muy especial: una flor mágica con pétalos brillantes. Al tocarla, Artai sintió una energía positiva recorrer todo su cuerpo.
Sabía que tenía algo importante entre sus manos. Decidió llevar la flor al centro de la ciudad para compartirla con todos los habitantes.
Cuando llegó a la plaza principal, se reunió con sus amigos y les mostró la maravillosa flor mágica. Todos quedaron asombrados por su belleza y quisieron conocer más sobre ella. Artai explicó cómo aquella flor representaba el amor hacia la naturaleza y cómo todos podían cuidarla para que creciera fuerte y hermosa.
Inspirados por las palabras del niño celta, los habitantes comenzaron a plantar árboles en las calles y a cuidar los espacios verdes de la ciudad.
Con el tiempo, Coruña se transformó en una ciudad llena de vida y naturaleza gracias al esfuerzo de Artai y sus amigos. Los habitantes aprendieron a valorar el medio ambiente y a cuidar de su ciudad como si fuera un tesoro.
Artai se convirtió en un héroe para todos, recordándoles la importancia de mantener una conexión con la tierra y preservarla para las futuras generaciones. Su historia se transmitió de boca en boca, inspirando a otros niños a seguir sus pasos y convertirse en guardianes del medio ambiente.
Y así, gracias al valor y determinación del niño celta llamado Artai, Coruña se convirtió en una ciudad donde la naturaleza florecía en cada rincón, recordando siempre que el amor por la tierra puede hacer grandes cambios en el mundo.
FIN.