El niño de la ciudad y su amor por los animales
Había una vez un niño llamado Alan Karol, que vivía en la gran ciudad junto a su pareja, sus padres y su hermanita.
Aunque disfrutaba de todas las comodidades de la vida urbana, siempre había sentido curiosidad por conocer cómo era la vida en el campo. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Alan Karol encontró un libro muy antiguo sobre ranchos y animales de granja.
Fascinado por las imágenes y las historias que leía, decidió que quería visitar un rancho para experimentar todo eso él mismo. Alan Karol le contó a su pareja sobre su deseo y ella lo apoyó completamente.
Juntos decidieron hablar con sus padres y planear una visita al rancho más cercano. Cuando llegaron al rancho, fueron recibidos por Don Ramón, el dueño del lugar. Era un hombre amable y sabio que les mostró todos los animales: vacas, pollos, caballos e incluso cerdos traviesos.
Alan Karol estaba emocionado y no podía creer lo cerca que estaba de todos esos animales. Mientras exploraban el lugar, escucharon un ruido extraño proveniente del establo. Se acercaron rápidamente y descubrieron a una pequeña ternera atrapada entre unas tablas de madera.
La pobre criatura parecía asustada y necesitaba ayuda urgente. Alan Karol se acercó lentamente a la ternera para calmarla mientras su pareja buscaba ayuda. Con mucho cuidado logró liberarla sin lastimarla.
La ternera miró a Alan Karol con gratitud en sus ojos grandes y lo siguió a todas partes como si supiera que él la había salvado. Don Ramón quedó impresionado por la valentía y el amor de Alan Karol hacia los animales.
Decidió hacerle una propuesta: "Alan Karol, has demostrado ser un verdadero amante de los animales. ¿Te gustaría pasar tus vacaciones en mi rancho, cuidando y aprendiendo sobre ellos?"Alan Karol no podía creer su suerte. Estaba emocionado y aceptó inmediatamente.
Sus padres estaban de acuerdo en que esta experiencia sería increíble para su desarrollo personal. Así comenzaron las vacaciones de Alan Karol en el rancho.
Pasó sus días alimentando a los animales, limpiando los corrales y aprendiendo todo lo posible sobre cómo cuidarlos adecuadamente. La ternera agradecida se convirtió en su mejor amiga y la llamaron Linda. Un día, mientras paseaba con Linda por el campo, Alan Karol encontró un pequeño potrillo abandonado cerca de un arroyo.
Sabía que tenía que ayudarlo también, así que lo llevó al establo y le dio el nombre de Pepito. Con el tiempo, Alan Karol se convirtió en un experto en ranchos y animales de granja.
Don Ramón estaba tan impresionado con él que decidió ofrecerle un trabajo permanente cuando terminaran las vacaciones. Alan Karol estaba felizmente sorprendido pero sabía que extrañaría mucho a su pareja y a su familia en la ciudad.
Decidió hablar con ellos antes de tomar una decisión final. "Querida pareja, mamá y papá", les dijo Alan Karol con emoción,"he descubierto mi verdadera pasión en la vida. Me encanta cuidar de los animales y quiero quedarme en el rancho para siempre.
Pero también sé que los extrañaría mucho". Sus padres sonrieron y su pareja lo abrazó con cariño. Le dijeron que lo apoyaban en cualquier decisión que tomara y que siempre estarían allí para él.
Alan Karol se dio cuenta de que no importaba dónde estuviera, siempre llevaría consigo el amor y el apoyo de su pareja, familia y amigos. Decidió quedarse en el rancho, donde podía vivir su sueño de cuidar a los animales y ser feliz.
Y así fue como Alan Karol encontró su lugar en el mundo, rodeado de animales maravillosos y amado por aquellos que más le importaban. Aprendió valiosas lecciones sobre la naturaleza, la responsabilidad y la importancia del amor incondicional.
Desde entonces, Alan Karol vivió una vida llena de aventuras junto a sus fieles amigos Linda y Pepito en el hermoso rancho donde encontró su verdadera felicidad. Fin.
FIN.