El niño de la puerta


En una tarde soleada, Julia y Martín salieron a dar un paseo por el barrio. Al regresar a su casa, se encontraron con una caja abandonada en la puerta de su hogar.

Al acercarse, descubrieron que dentro de ella había un bebé recién nacido. - ¡Dios mío! ¿Qué hacemos? - Dijo Julia preocupada. - Debemos llamar a la policía para que investiguen quién lo dejó aquí. Pero primero debemos cuidarlo y darle amor hasta que lleguen.

- Respondió Martín mientras sostenía al pequeño en sus brazos. La pareja decidió hacerse cargo del bebé temporalmente mientras esperaban noticias sobre su origen.

Con el paso de los días, el pequeño se convirtió en el centro de atención de la casa y llenó las vidas de Julia y Martín con alegría y amor.

Sin embargo, después de varias semanas sin noticias sobre el paradero de los padres biológicos del bebé, Julia y Martín tomaron una decisión importante:- No podemos dejarlo ir ahora - dijo Julia con lágrimas en los ojos-. Lo hemos cuidado desde que llegó aquí y es como si fuera nuestro propio hijo. - Tienes razón - respondió Martín sonriendo-. Será nuestro hijo adoptivo.

A partir de ese momento, comenzaron todos los trámites necesarios para legalizar la adopción del pequeño.

Durante todo este tiempo aprendieron muchas cosas sobre ser padres primerizos: cómo cambiar pañales, cómo preparar biberones y cómo dormir poco pero amar mucho. El bebé creció feliz rodeado del amor incondicional de sus nuevos padres. Creció fuerte y sano, con una sonrisa en su rostro y un brillo especial en sus ojos.

Años después, el pequeño se convirtió en un niño curioso y aventurero. Siempre estaba buscando nuevas formas de divertirse y aprender cosas nuevas. Julia y Martín lo apoyaban en todo lo que hacía, incluso cuando eso significaba dejarlo explorar el mundo por sí mismo.

Un día, mientras jugaba en el parque cercano a su casa, el niño encontró a otro pequeño que estaba solo y triste. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él para darle un abrazo cálido.

- ¿Estás bien? - Preguntó el niño adoptado con una sonrisa amable. - Sí... no tengo amigos aquí - Respondió tímidamente el otro niño. El niño adoptado decidió hacer algo al respecto.

Invitó al otro niño a jugar con él y juntos pasaron la tarde divirtiéndose como nunca antes lo habían hecho. Al final del día, los dos niños se despidieron con una promesa: ser amigos para siempre.

Julia y Martín observaron todo desde lejos con orgullo en sus corazones:- Hicimos lo correcto al adoptarlo - dijo Julia emocionada-. Él es nuestro hijo de verdad. - Y ahora tiene un amigo para toda la vida - respondió Martín sonriendo-. Eso es lo más importante de todo.

La historia del bebé abandonado había terminado hace mucho tiempo. Lo que quedaba era la historia de amor entre padres e hijos que creció gracias a ese pequeñito que llegó inesperadamente a sus vidas.

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