El niño de las estrellas
Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Tomás, que tenía una imaginación desbordante. Le encantaba pasar las noches de verano acostado en el pasto, mirando el cielo estrellado. Cada estrella le parecía un misterio por descubrir, un sueño por cumplir.
Una noche, mientras observaba las estrellas, vio una estrella fugaz y cerró los ojos con fuerza para pedir un deseo. Cuando los abrió, algo increíble sucedió.
- ¡Hola! -dijo una vocecita brillante.
Tomás parpadeó varias veces y no podía creer lo que veía. Era una estrella diminuta, parpadeante y con una sonrisa pícara.
- ¿Quién eres? -preguntó Tomás, atónito.
- Soy Estelita, una estrella fugaz que escuchó tu deseo y decidió concedértelo -respondió la estrella con alegría.
Así comenzó la emocionante aventura de Tomás junto a Estelita. Juntos viajaron por el espacio, visitaron planetas lejanos y conocieron criaturas sorprendentes. Cada encuentro les enseñaba algo nuevo y maravilloso, y Tomás no podía creer cuántas cosas increíbles existían más allá de la Tierra.
Pero un día, mientras exploraban un planeta lleno de colores brillantes, Estelita empezó a parpadear débilmente.
- ¿Qué te pasa, Estelita? -preguntó Tomás, preocupado.
- Estoy perdiendo mi brillo, Tomás. Es hora de que regrese al cielo -dijo Estelita con tristeza.
Tomás sintió un nudo en la garganta. No quería que su amiga desapareciera, pero sabía que las estrellas fugaces no podían quedarse para siempre.
- Te extrañaré, Estelita -dijo con voz temblorosa.
- No llores, Tomás. Siempre estaré en el cielo, brillando para ti. Y nunca olvides que la verdadera magia está en tu corazón y tu imaginación. Sigue soñando, mi amigo -dijo Estelita antes de desaparecer en un destello resplandeciente.
Tomás volvió a su cama, con el corazón lleno de recuerdos y la mente llena de sueños. Desde entonces, cada vez que miraba las estrellas, recordaba a su amiga Estelita y sabía que, aunque no estuviera a su lado, siempre estaría en su corazón. Y siguió soñando, imaginando y creyendo en la magia, sabiendo que las estrellas tienen el poder de hacer los sueños realidad.
FIN.