El niño de las notas esperanzadoras


Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Tomás era curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir. Sin embargo, un día algo cambió en él.

Un día, mientras veía las noticias junto a su madre, Tomás se dio cuenta de que solo mostraban noticias tristes y malas. Guerras, peleas y problemas parecían inundar el mundo entero.

El corazón del niño se llenó de tristeza al ver tanta negatividad. Tomás decidió hablar con su madre sobre lo que sentía: "-Mamá, ¿por qué solo hay noticias malas? ¿No hay nada bueno en el mundo?".

Su madre suspiró y le respondió: "-Hijo mío, es cierto que muchas veces las noticias nos muestran cosas terribles. Pero también existen personas buenas haciendo cosas maravillosas por los demás". Tomás no quedó satisfecho con esa respuesta y pensó durante días cómo podría hacer algo para cambiar eso.

Hasta que llegó la Navidad. La noche antes de Nochebuena, mientras todos dormían en el pueblo, Tomás salió sigilosamente de su casa con una idea muy especial en mente.

Recorrió cada calle dejando pequeñas notas escritas a mano debajo de las puertas de todas las casas. Las notas decían: "Esta navidad deseo con todas mis fuerzas que haya paz en el mundo".

A medida que avanzaba por el pueblo dejando sus mensajes esperanzadores, Tomás no podía evitar sentirse emocionado por lo que estaba haciendo. Sabía que tal vez no pudiera cambiar todo el mundo solo, pero quería sembrar una semilla de paz en los corazones de las personas.

Al amanecer, cuando todos despertaron y encontraron las notas, se sorprendieron y sonrieron. No sabían quién había sido el responsable pero les alegró leer esas palabras tan llenas de esperanza. Desde ese día, el pueblo empezó a cambiar poco a poco.

Las personas comenzaron a hacer pequeños actos de bondad: ayudando a sus vecinos, compartiendo lo que tenían y perdonando viejas disputas. La paz se fue extendiendo como un contagio por todo el lugar. Tomás no podía creerlo.

Su deseo estaba volviéndose realidad, aunque fuera en su pequeño pueblo. Pero él sabía que esa semilla de paz podía seguir creciendo si cada uno hacía su parte.

Con el paso del tiempo, la noticia sobre lo ocurrido en aquel pueblo llegó a oídos de muchas personas en otras partes del mundo. Inspirados por la historia del niño valiente y sus notas mágicas, decidieron unirse al movimiento por la paz.

Poco a poco, más y más pueblos comenzaron a llenarse con mensajes similares debajo de sus puertas: "Deseo con todas mis fuerzas que haya paz en el mundo". Y así, la esperanza se expandió hasta llegar incluso a las grandes ciudades. El mundo empezó a cambiar gracias al simple deseo sincero de un niño llamado Tomás.

Todos aprendieron que aunque pareciera imposible alcanzar la paz mundial, cada pequeño acto puede marcar una gran diferencia.

Y así fue como Tomás enseñó al mundo entero que no importa cuán oscuro parezca todo, siempre podemos encontrar una luz de esperanza si creemos y trabajamos juntos por un mundo mejor. Desde aquel día, Tomás siempre recordó que la paz comienza en el corazón de cada persona, y que todos podemos ser portadores de esa paz en nuestras acciones diarias.

Y así siguió viviendo su vida, buscando nuevas aventuras y sembrando amor y paz por donde quiera que iba.

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