El niño de los animales



Juan era un niño muy especial. Desde pequeño mostraba un amor inmenso por los animales.

Pasaba horas observando a las hormigas trabajar en el jardín, cuidaba a los pajaritos heridos que encontraba en la calle y siempre estaba leyendo libros sobre fauna salvaje. Un día, mientras paseaba por el parque cerca de su casa, escuchó unos maullidos provenientes de unos arbustos. Se acercó con cuidado y descubrió a un gatito abandonado.

Sin dudarlo, lo tomó entre sus brazos y decidió llevárselo a casa. Al llegar, su mamá se sorprendió al ver al nuevo integrante de la familia. "-¿Pero Juanito, cómo encontraste este gatito?" -preguntó sorprendida. "-Lo vi en el parque, mamá.

Estaba solo y decidí traerlo conmigo. ¡Podemos cuidarlo juntos!" -respondió Juan con una sonrisa radiante. La mamá de Juan no pudo resistirse a esa mirada llena de esperanza y aceptó quedarse con el gatito.

Lo llamaron Pelusa y desde ese día se convirtió en el inseparable compañero de juegos de Juan. Los días pasaban y la pasión de Juan por los animales seguía creciendo.

Un fin de semana, mientras ayudaba a su abuelo en el campo, descubrió un nido de pajaritos que habían caído del árbol durante una tormenta. Sin pensarlo dos veces, los recogió con mucho cuidado y los llevó a su casa para protegerlos.

Con paciencia y dedicación, Juan alimentó a los pajaritos cada pocas horas hasta que estuvieron lo suficientemente fuertes como para volar por sí mismos. Fue un momento emocionante ver cómo esos pequeños seres alados emprendían vuelo hacia la libertad.

Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, Juan escuchó unos ruidos extraños provenientes del río. Se acercó sigilosamente y vio a un ciervo atrapado enredado entre las ramas de un árbol caído dentro del agua turbulenta.

Sin pensarlo dos veces, Juan corrió hacia el río e intentó liberar al ciervo usando una rama larga que encontró cerca. Después de varios intentos fallidos logró desenredar al asustado animal y lo ayudó a salir del agua.

El ciervo miró fijamente a Juan con gratitud en sus ojos antes de desaparecer entre los árboles. Ese momento quedó grabado en la memoria de Juan para siempre como una muestra más del poder del amor hacia todos los seres vivos.

Desde entonces, la fama de Juan como "el apasionado de los animales" se extendió por todo el vecindario.

Muchos niños empezaron a imitar sus acciones bondadosas hacia la naturaleza y juntos lograron crear un refugio para animales necesitados donde todos podían colaborar para protegerlos y darles una segunda oportunidad en la vida. Y así fue como Juan demostró que nunca es demasiado pequeño para hacer grandes cosas cuando se tiene amor en el corazón.

FIN.

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