El niño de los legos mágicos


Había una vez un niño llamado Alejo, que era muy listo y creativo. Desde que tenía 3 años, descubrió su pasión por los legos y la cocina.

Pasaba horas construyendo torres altas con sus legos y experimentando en la cocina con diferentes ingredientes. Un día, mientras Alejo estaba jugando con sus legos en el jardín trasero de su casa, escuchó un ruido proveniente del árbol cercano.

Se acercó curioso y encontró a un pequeño pájaro atrapado entre las ramas. "¡Oh no! ¿Estás bien?", preguntó Alejo preocupado. El pajarito parecía asustado y no podía volar. Alejo pensó rápidamente en cómo ayudarlo. Recordó haber visto a su papá rescatar gatos de los árboles utilizando una escalera.

Pero él era demasiado pequeño para subir al árbol. Entonces, se le ocurrió una idea brillante. Corrió hacia su caja de legos y comenzó a construir una especie de rampa larga usando todos sus bloques favoritos.

Después de mucho esfuerzo y concentración, terminó la rampa justo debajo del pajarito. Con cuidado, Alejo animó al pajarito a bajar por la rampa hasta llegar al suelo seguro.

El pájaro lo miraba con gratitud mientras daba saltitos por el césped. "¡Lo logramos!", exclamó Alejo emocionado. Desde ese día, el pájaro se convirtió en el mejor amigo de Alejo. Lo seguía a todas partes mientras él jugaba con sus legos o experimentaba en la cocina.

Alejo le puso de nombre "Pío" y juntos vivieron muchas aventuras. Un día, mientras Alejo estaba preparando una deliciosa torta de chocolate, Pío decidió ayudarlo. Voló por toda la cocina reagarrando los ingredientes necesarios y llevándolos hasta la mesa.

Alejo se sorprendió al ver a su pequeño amigo ayudándolo de esa manera. "¡Eres un súper pájaro cocinero!", exclamó Alejo riendo.

A medida que pasaba el tiempo, Alejo se dio cuenta de que no solo era bueno construyendo cosas con legos, sino también en la cocina. Decidió combinar sus dos pasiones y crear algo único: ¡legos comestibles! Con ayuda de su mamá, crearon moldes especiales para hacer bloques de gelatina con diferentes sabores y colores.

Alejo utilizaba su ingenio para construir estructuras increíbles utilizando estos bloques comestibles. Un día, decidieron presentar sus creaciones en una feria local. La gente quedó asombrada al ver las impresionantes construcciones hechas completamente con legos comestibles.

Todos querían probarlos y felicitaron a Alejo por su creatividad e innovación. Alejo se sintió muy orgulloso de sí mismo y comprendió que podía lograr cualquier cosa si combinaba su inteligencia con sus pasiones.

Siguió explorando nuevas ideas y experimentando tanto con los legos como en la cocina. Y así fue como el niño listo llamado Alejo demostró al mundo que no hay límites cuando sigues tus sueños y haces lo que amas.

Su historia inspiradora enseñó a todos que la creatividad y la pasión pueden llevarnos muy lejos en la vida.

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