El Niño del Bosque Encantado



Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque, vivía un niño llamado Mateo. Mateo era un niño inquieto, curioso y aventurero.

Un día, mientras jugaba en el bosque, se adentró más y más, sin darse cuenta de que estaba perdiéndose. Cuando quiso regresar, ya no reconocía el camino de vuelta a su casa. Desesperado, comenzó a caminar sin rumbo, hasta que finalmente, exhausto, se sentó a descansar bajo un árbol.

De repente, una luz brillante lo rodeó, y el suelo tembló bajo sus pies. Mateo se encontraba en un mundo mágico, un lugar lleno de seres fantásticos y colores nunca vistos.

Una mariposa gigante se acercó a él y le dijo: -¡Bienvenido al Bosque Encantado, pequeño viajero! Mateo, asombrado, se levantó y comenzó a explorar este nuevo y mágico mundo. Conoció hadas, duendes, y animales que hablaban.

Aprendió a volar con las hadas, a escalar árboles con los duendes, y a escuchar las historias de los sabios animales del bosque. Pero a medida que pasaban los días, Mateo comenzó a extrañar su hogar, a su familia y amigos.

Él anhelaba besar a su mamá cada noche antes de dormir, reír con sus amigos, y escuchar las historias de su abuelo. La mariposa gigante, notando la tristeza en los ojos de Mateo, le dijo: -Pequeño, el Bosque Encantado es un lugar maravilloso, pero no puede reemplazar el amor y los lazos que tienes en tu hogar.

Debes encontrar el valor para regresar. Con valentía y la confianza que había ganado en el Bosque Encantado, Mateo decidió buscar un camino de regreso. Recorrió bosques, ríos y montañas, enfrentando desafíos y peligros, pero nunca dudando de su determinación.

Finalmente, encontró un portal que lo llevó de vuelta a su pueblo. Fue recibido con abrazos y lágrimas de alegría por su familia y amigos.

Mateo les contó con entusiasmo todas las aventuras que había vivido en el Bosque Encantado, pero también les dijo cuánto los extrañó. Desde ese día, Mateo valoró cada momento con su familia y amigos, sabiendo que la magia está en todas partes, pero que el amor está en el hogar.

Y cada vez que miraba al bosque, recordaba con cariño su visita al maravilloso Bosque Encantado.

FIN.

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