El niño del cerro y sus amigos



Había una vez un niño llamado Diego que vivía en un cerro lleno de árboles verdes y animales salvajes. Diego era un niño muy especial porque tenía cinco gatos: Miau, Gato, Ron, Chiqui y Nube, y un perrito llamado Sparky. A pesar de que su casa era pequeña y modesta, Diego era muy feliz con sus amigos animals y siempre jugaba con ellos en el bosque.

Un día, mientras exploraba un sendero nuevo en el cerro, Diego escuchó un ruido extraño. "¡Miau, miau!"- dijo Miau, saltando sobre un arbusto con curiosidad. "¿Oyeron eso?"- preguntó Diego nervioso. "Tal vez son los animales malvados que viven aquí, deberíamos tener cuidado", sugirió Ron, que siempre era más cauteloso.

Diego no podía resistir la curiosidad y decidió investigar. Con Sparky a su lado y los gatos siguiéndolo, se adentraron en el bosque. Pronto se encontraron con un grupo de animales que parecían muy enojados. Eran unos jabalíes que habían descubierto que los gatos a menudo jugaban cerca de su hogar.

"¡Ustedes no deberían estar aquí!"- gruñó uno de los jabalíes. "Este es nuestro territorio, y aquí no hay lugar para ustedes!"

Diego se asustó, pero decidió ser valiente. "No queremos hacerles daño, solo estábamos jugando con mis amigos. ¿Podemos convivir?"- propuso. Los jabalíes se miraron confundidos.

"¿Convivir?"- preguntó uno de ellos. "¿Y cómo sabemos que no somos peligrosos para ustedes?"-.

Diego pensó por un momento y tuvo una idea. "¿Qué les parece si organizamos un juego? Si ustedes ganan, nos iremos de aquí para siempre. Pero si nosotros ganamos, podremos jugar en este bosque sin problemas"-.

Los jabalíes miraron entre ellos, sorprendidos por la propuesta. "¿Un juego? Eso suena divertido. Aceptamos tu reto"-, dijo el líder de los jabalíes.

Así que, Diego y sus amigos se prepararon para el juego. Los gatos se movían rápido y con astucia, mientras que Sparky ayudaba a intimidar a los jabalíes con su energía. Después de un largo rato lleno de risas y emoción, todo terminó en un empate.

"Parece que hemos llegado a un acuerdo"- dijo Diego. "¿Por qué no hacemos de esto una tradición? Podríamos jugar juntos cada semana"-.

Los jabalíes, encantados con la idea, aceptaron. Desde ese día, los gatos, Sparky, y los jabalíes se reunían cada semana para jugar y compartir historias. Diego había creado un puente entre su mundo y el de los animales del bosque, demostrándoles que, aunque eran diferentes, podían vivir juntos en paz.

Diego aprendió que a veces, la valentía y la amistad pueden cambiar las cosas para mejor. Con el tiempo, el cerro se llenó de risas y mucha menos tensión, y Diego nunca se sintió solo otra vez. Y así, entre juegos y aventuras, vivieron felices durante muchos años.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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