El niño del cielo azul
Érase una vez un niño llamado Luca que vivía en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y hermosos paisajes. A Luca le encantaba mirar al cielo, especialmente cuando estaba despejado y azul. Siempre decía que el cielo era su amigo, pues le daba paz y felicidad.
Un día, mientras jugaba en el parque, notó que el cielo había comenzado a oscurecerse. De repente, se escuchó un fuerte trueno que hizo eco entre las colinas. Aterrorizado, Luca comenzó a llorar.
"¿Por qué lloras, pequeño?" - preguntó una mariposa que se posó a su lado.
"Porque el cielo ya no es azul, se ha vuelto gris y temeroso," - respondió Luca.
La mariposa sonrió y dijo: "A veces, el cielo llora también, pero eso no significa que no te quiera. A veces, necesita soltar sus sentimientos."
Incógnito por su respuesta, Luca decidió hacer algo al respecto. "¿Puedo hacer algo para que el cielo vuelva a sonreír?" - preguntó entusiasmado.
"Claro, puedes compartir amor y alegría. El amor es el sol que puede despejar incluso los días más nublados," - respondió la mariposa.
Luca pensó en sus amigos y cómo podía hacerlos sentir mejor. Así que, corrió hacia el pueblo y comenzó a ayudar a quienes más lo necesitaban. A la señora Marta, que siempre parecía triste, le llevó flores del parque.
"¡Mirá, señorita Marta! Estas flores son para vos, para que recuerdes lo lindo que es el mundo," - le dijo.
La señora Marta, sorprendida, sonrió por primera vez en mucho tiempo. "Gracias, Luca. Esto es precioso."
Cada día, Luca se esforzaba por hacer pequeños actos de bondad. Creó un club donde todos podían participar en tareas de ayuda.
"Hoy vamos a limpiar el parque para que se vea más bonito, ¡porque todos merecen jugar en un lugar alegre!" - dijo a sus amigos.
Con cada acto de amor que realizaba, el cielo comenzó a despejarse. Las nubes grises se disiparon y lentamente el azul volvió a invadir el horizonte. Al ver el cambio, Luca comprendió que el amor tenía un poder inmenso.
Finalmente, un día el cielo volvió a brillar intenso. Luca se sentó bajo un árbol y observó cómo las nubes esponjosas danzaban con la brisa suave.
"Mariposa, ¿ves lo que he hecho?" - le preguntó, encantado.
La mariposa aplaudió sus alas y dijo: "Lo has hecho muy bien, pequeño. El amor no solo hace feliz a otros, también transforma el mundo alrededor de nosotros."
Luca sonrió, ya no tenía miedo de los días nublados. Había aprendido que el amor siempre puede vencer al desánimo, y que, a veces, el cielo llora para recordarnos lo importante que es cuidar de los demás.
Desde aquel día, cada vez que Luca miraba al cielo, sabían que, sin importar las nubes, siempre habría una razón para sonreír. Y claro, siempre llevaría consigo esa luz especial en su corazón, lista para compartir con el mundo.
Así, el niño del cielo azul se convirtió en un símbolo de amor y bondad en su pequeño pueblo, inspirando a todos a mirar hacia arriba y recordar que siempre se puede volver a sonreír, incluso en los días grises.
FIN.