El niño disfrazado


Marco, un niño de ocho años, vivía en una pequeña casa en el barrio de Villa Crespo, en Buenos Aires. Desde que era muy pequeño, Marco tenía miedo de salir a la calle y enfrentarse al mundo.

La gente le asustaba y no sabía cómo interactuar con ellos. Para protegerse del exterior, Marco siempre se disfrazaba antes de salir de su casa.

Se ponía una capa roja como la de un superhéroe y un sombrero grande que le cubría el rostro. De esta manera, nadie podía reconocerlo. Aunque lo intentaba ocultar, Marco sentía mucha tristeza por estar solo.

Su familia lo había abandonado cuando era apenas un bebé y desde entonces solo contaba con la compañía de su fiel gato llamado Milú. Un día soleado, mientras jugaba con Milú en su habitación llena de juguetes antiguos que encontró en el desván, escuchó un ruido extraño proveniente del patio trasero.

Curioso por saber qué pasaba, se asomó por la ventana y vio a una niña pelirroja saltando sobre los charcos después de una lluvia intensa. Intrigado por esa valentía infantil que parecía faltarle a él mismo, Marco decidió acercarse a la niña para conocerla mejor.

Con mucho cuidado salió al patio trasero sin quitarse su disfraz. La niña pelirroja se llamaba Sofía y también tenía ocho años. Al ver a Marco disfrazado pensó que era un superhéroe escondido bajo ese atuendo peculiar.

- ¡Hola! ¿Eres un superhéroe? - preguntó Sofía emocionada. Marco, sorprendido por la reacción de Sofía, decidió seguirle el juego y asintió con la cabeza. - Sí, soy un superhéroe. Mi nombre es Capitán Miedo.

Protejo a las personas del temor que siento yo mismo - respondió Marco tratando de sonar valiente. Sofía sonrió y le extendió su mano al Capitán Miedo. - ¡Entonces seremos amigos! Juntos podemos vencer cualquier miedo que tengamos.

¿Te parece? Marco aceptó la propuesta de Sofía y desde ese día se convirtieron en los mejores amigos. Pasaban horas jugando en el patio trasero y explorando juntos el vecindario.

Poco a poco, Marco comenzó a sentirse más cómodo fuera de su casa gracias a la compañía de Sofía. Aprendió que no todos los encuentros con otras personas eran malos y que había muchas cosas divertidas por descubrir en el mundo exterior.

Un día, mientras paseaban por el parque cercano, Marco se dio cuenta de algo importante: ya no necesitaba su disfraz para enfrentarse al mundo. Se sintió lo suficientemente fuerte como para mostrar quién era realmente.

Se despidieron del parque y regresaron a sus casas con una gran sonrisa en sus rostros. Marco estaba feliz porque ahora sabía que tenía una amiga verdadera que lo apoyaba sin importar sus miedos. A partir de ese día, Marco dejó atrás su capa roja y sombrero grande para siempre.

Se sentía seguro siendo él mismo gracias a la amistad sincera que había encontrado en Sofía. Y así, Marco aprendió que los verdaderos superhéroes no necesitan disfraces para enfrentar sus miedos.

Lo importante es encontrar a alguien especial que te ayude a descubrir la valentía que llevas dentro. Desde aquel día, Marco y Sofía siguieron compartiendo aventuras juntos, demostrándose mutuamente que el valor y la amistad son más fuertes que cualquier temor.

Y así, su amistad se convirtió en una inspiración para todos los niños del barrio de Villa Crespo.

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