El niño, el lobo y las ovejas



Había una vez en la hermosa campiña argentina, un niño llamado Mateo. Mateo vivía en una pequeña casa junto a un bosque donde pastaban unas ovejas. Un día, mientras Mateo jugaba cerca del bosque, escuchó un aullido.

Al acercarse, descubrió que un lobo estaba acechando a las indefensas ovejas. Mateo se puso en guardia para proteger a los animalitos. -¿Qué haces aquí, lobo? -preguntó Mateo valientemente. -Tengo hambre y las ovejas parecen una buena comida -respondió el lobo con malicia.

Mateo se dio cuenta de que el lobo no entendía que hacer daño a las ovejas no estaba bien. Entonces, decidió contarle una historia al lobo.

Le narró sobre la importancia de cuidar a los demás y el valor de la amistad. El lobo, sorprendido por la historia, decidió escuchar más atentamente. Mateo le contó sobre cómo él cuidaba a las ovejas y cómo las ovejas le brindaban lana para abrigarse en invierno.

Poco a poco, el lobo comprendió que lastimar a las ovejas no era la solución. Juntos, Mateo, el lobo y las ovejas buscaron una forma de solucionar el hambre del lobo sin dañar a nadie.

Así, encontraron una zona del bosque con abundantes frutos y animales pequeños para que el lobo pudiera alimentarse sin hacer daño a las ovejas. El lobo agradeció a Mateo por enseñarle que había otras formas de conseguir alimento sin hacer daño a nadie.

A partir de ese día, el lobo y las ovejas convivieron en paz, y Mateo se convirtió en un verdadero amigo para ambos. La amistad y la comprensión habían unido a un niño, un lobo y unas ovejas en la hermosa campiña argentina.

FIN.

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