El Niño, el Mapache y el Pejelagarto



Había una vez un niño llamado Lucas que vivía cerca de un bosque lleno de aventuras. Su mejor amigo era un mapache llamado Rufi. Un día soleado, Lucas y Rufi decidieron ir a la playa a explorar. Mujeres de río, olas brillantes y gaviotas volando por el cielo les esperaban.

"¡Vamos, Rufi! Hoy será un gran día para descubrir cosas nuevas!" exclamó Lucas emocionado.

Rufi asintió con su cabeza, con su pequeño sombrero de paja puesto, listo para la aventura. Cuando llegaron a la playa, corrían entre las olas, haciendo castillos de arena y buscando conchas curiosas.

De repente, mientras jugaban, Lucas vio algo moverse entre las rocas.

"¿Viste eso, Rufi?" preguntó intrigado.

"¿Qué será?" respondió Rufi, con sus ojos brillando de curiosidad.

Se acercaron y encontraron un pejelagarto, un pez sorprendente con un cuerpo largo y aletas que parecían alas.

"¡Hola!" dijo el pejelagarto, moviendo su cola de un lado a otro.

"Hola, ¿quién sos?" preguntó Lucas, asombrado.

"Soy Peli, el pejelagarto. Estoy buscando un lugar seguro para nadar. La corriente me ha arrastrado hasta aquí."

Lucas, lleno de compasión, decidió ayudar a Peli.

"Podemos ayudarte a volver al agua. ¿Sabés dónde está la corriente más suave?"

"Sí, tengo que ir hacia la izquierda, pero hay un grupo de piedras que la bloquean," explicó Peli, preocupado.

Rufi, pensativo, sugirió:

"Podríamos mover esas piedras. ¿Qué opinas, Lucas?"

"¡Brillante idea!" dijo Lucas con entusiasmo.

Los tres amigos se pusieron a trabajar. Lucas y Rufi empujaban las piedras, mientras Peli les daba indicaciones. Pero de repente, una ola muy fuerte llegó y comenzó a llevarse las piedras hacia el mar.

"¡Ay, no!" gritó Lucas.

"Calma, chicos. ¿Qué tal si hacemos un plan?" sugirió Peli.

Rufi tuvo una idea.

"¿Y si formamos una cadena humana? Yo sostengo a Lucas y él sostiene la piedra más grande. Así podremos anclar la piedra mientras movemos las otras."

"¡Eso es, Rufi!" dijo Lucas, sintiéndose muy aliviado.

Los tres se organizaron, formando la cadena. Con mucho esfuerzo y trabajando en equipo, lograron mover las piedras una por una hasta dejar el camino libre. Finalmente, crearon una salida para que Peli pudiera regresar al agua.

"¡Lo logramos!" gritó Lucas.

"¡Gracias, amigos!" exclamó Peli. "No solo me ayudaron, sino que también aprendí lo importante que es trabajar en equipo."

"Sí, juntos somos más fuertes," dijo Rufi, contento.

Antes de despedirse, Peli les ofreció un regalo.

"Quiero darles esto. Es una pluma especial de mis aletas. Siempre que la vean, recuerden que la amistad puede superar cualquier obstáculo."

Lucas y Rufi prometieron cuidarla y siempre recordar el día en que ayudaron a su nuevo amigo a regresar al agua.

"¡Hasta pronto, Peli!" gritaron al unísono mientras el pejelagarto nadaba alegremente hacia la corriente, desapareciendo entre las olas.

Ese día, Lucas y Rufi aprendieron que, junto a amigos, podían enfrentar cualquier desafío. La playa había sido el escenario de una gran aventura que nunca olvidarían. Y cada vez que veían la pluma, sonreían recordando su amistad.

Y así, el niño y el mapache volvieron a casa, llenos de alegría y nuevas lecciones, listos para su próxima aventura.

FIN.

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