El niño encantado


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, llamado Pueblo Alegre, donde todos los habitantes vivían felices y en armonía. Pero un día, algo extraño sucedió.

Una misteriosa caja apareció en la puerta de la casa del señor Martínez, el dueño de la tienda de juguetes. El señor Martínez era un hombre amable y generoso que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Al abrir la caja, se encontró con un bebé demonio.

Era pequeño y tenía unos ojos rojos brillantes como brasas encendidas. El señor Martínez no sabía qué hacer con ese bebé demonio. No quería asustar a los habitantes del pueblo ni causarles problemas.

Así que decidió llevarlo al orfanato local para buscarle un hogar adecuado. Cuando llegó al orfanato, la directora, doña Clara, quedó sorprendida al ver al bebé demonio en brazos del señor Martínez. "¡Dios mío! ¿Qué es eso?"- exclamó doña Clara asombrada.

"Es un bebé demonio que encontré en mi tienda"- respondió el señor Martínez preocupado-. "No sé qué hacer con él". Doña Clara miró atentamente al bebé demonio y notó algo diferente en sus ojos rojos.

"Este bebé no parece ser malvado"- dijo doña Clara pensativa-. "Quizás está embrujado". Decidieron llamar a don Esteban, el anciano sabio del pueblo conocido por su conocimiento sobre magia y hechizos. Don Esteban examinó al bebé demonio y confirmó que estaba bajo una maldición.

"Este bebé fue víctima de un hechizo malvado"- explicó don Esteban-. "Pero puedo ayudarlo a romper la maldición". El plan de don Esteban era organizar una fiesta en el pueblo para celebrar la llegada del bebé demonio.

Todos los habitantes estaban invitados y debían traer algo especial para compartir con el pequeño. La noticia se esparció rápidamente por el pueblo y todos se prepararon para la gran fiesta.

Las señoras cocinaron deliciosos pasteles, los niños hicieron coloridos dibujos y los hombres construyeron un hermoso parque de juegos. Cuando llegó el día de la fiesta, el bebé demonio estaba emocionado por todo lo que veía. La gente se acercaba a él sonriendo y le mostraban su cariño.

El pequeño comenzó a reírse y a jugar con los niños, contagiándolos de su alegría. En ese momento, don Esteban pronunció unas palabras mágicas y rompió la maldición que había sobre el bebé demonio.

Al instante, sus ojos rojos se volvieron azules como el cielo despejado. Todos aplaudieron emocionados mientras el bebé demonio se transformaba en un adorable niño llamado Mateo. A partir de ese momento, Mateo vivió felizmente en Pueblo Alegre junto a sus nuevos amigos.

La historia del bebé demonio convertido en niño enseñó a los habitantes del pueblo que no debemos juzgar a las personas por su apariencia o por lo que dicen los demás. Todos merecen una oportunidad para mostrar quiénes son en realidad.

Desde aquel día, Pueblo Alegre se convirtió en un lugar aún más especial, donde la amistad y la tolerancia reinaban entre sus habitantes.

Y Mateo, el niño que antes fue un bebé demonio, creció rodeado de amor y felicidad, recordando siempre la importancia de no juzgar a los demás sin antes conocerlos.

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