El Niño Inteligente y el Oso Malo
Había una vez en el bosque, un niño muy inteligente llamado Mateo, que vivía con su abuela en una cabaña cerca de una frondosa montaña.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Mateo se encontró con un oso malo que aterrorizaba a todos los animales del lugar. El oso, enfurecido por la lluvia que no cesaba, se había refugiado en una cueva y ya no salía de allí.
Todos en el bosque vivían angustiados por miedo a ser atacados por el oso. Mateo, decidido a solucionar el problema, ideó un plan. -Abuela, tengo una idea para ayudar a los animales del bosque -dijo Mateo con entusiasmo. -¿Qué se te ocurre, Mateo? -preguntó la abuela con curiosidad.
Mateo le contó su plan a la abuela y juntos se dirigieron hacia la cueva del oso. Al llegar, vieron que la niebla se había apoderado del lugar, pero Mateo no se dio por vencido.
Desplegó su inteligencia y comenzó a construir un jarón gigante con todo lo que encontraba en el bosque. La abuela, con su dulzura, ayudó a Mateo a terminar el jarrón, mientras la lluvia continuaba cayendo sin piedad.
Una vez listo, Mateo colocó el jarrón en la entrada de la cueva y esperó. El olor dulce del jarón hizo que el oso saliera de la cueva y, para sorpresa de todos, al olerlo dejó de ser malo.
El oso se acercó a Mateo y la abuela, agradecido, y les contó que la lluvia y la niebla lo habían convertido en un oso malhumorado, pero el olor del jarón lo había devuelto a la normalidad.
Desde ese día, el oso se convirtió en un gran amigo de Mateo y la abuela, y juntos cuidaron del bosque y de todos sus habitantes.
La inteligencia de Mateo, su bondad, la dulzura de su abuela y la valentía del oso malo lograron traer la paz de vuelta al bosque, donde todos vivieron felices para siempre.
FIN.