El niño lobo protector


Había una vez un niño llamado Mateo, que tenía 4 años y adoraba a los animales. Pasaba horas observándolos en libros y documentales, soñando con poder comunicarse con ellos y entender su lenguaje.

Un día, mientras jugaba en el bosque cerca de su casa, Mateo se encontró con un viejo libro mágico que prometía cumplir deseos.

Intrigado por la posibilidad de entrar en el mundo de los animales, Mateo abrió el libro y leyó las palabras mágicas: "Luna brillante, estrellas danzantes, hazme parte del reino animal". En ese momento, algo increíble ocurrió: Mateo se transformó en un pequeño lobo gris.

Emocionado por su nueva forma felina, Mateo corrió hacia el corazón del bosque para explorar su nuevo hogar. Al acercarse a una cueva escondida entre los árboles altos, escuchó unos gruñidos provenientes del interior. Se asomó cauteloso y vio a una mamá oso tratando de ayudar a su cachorro atrapado entre unas rocas.

Mateo se acercó sigilosamente e intentó comunicarse con la mamá oso utilizando sus habilidades recién adquiridas como lobo. "Hola señora oso ¿necesita ayuda?"- dijo Mateo tímidamente. La mamá oso miró sorprendida al pequeño lobo hablador.

"¿Puedes entenderme?"- preguntó ella emocionada. "¡Sí! Soy Mateo y he sido transformado en un lobo por este libro mágico"- respondió el niño lobo. La mamá oso sonrió y agradeció a Mateo por su ayuda. Juntos, lograron liberar al cachorro de su aprieto.

Luego de este encuentro, Mateo se convirtió en el héroe del bosque, ayudando a diferentes animales en problemas. Un día, mientras exploraba cerca de un río, Mateo escuchó unos gritos desesperados.

Corrió hacia la orilla y vio a una pequeña tortuga atrapada en unas ramas flotantes. Sin pensarlo dos veces, saltó al agua y nadó hasta ella. "¡No te preocupes! ¡Voy a salvarte!"- exclamó Mateo con determinación.

Usando sus fuertes dientes de lobo, cortó las ramas que aprisionaban a la tortuga y la llevó sanamente hasta la orilla. La tortuga le dio las gracias con alegría y prometió ser su amiga para siempre.

El tiempo pasaba y cada día Mateo aprendía más sobre los animales del bosque. Ayudaba a los pájaros construyendo nidos seguros, jugaba con los conejos saltarines y conversaba con los venados sobre cómo mantenerse alerta frente a los peligros del bosque.

Un día, cuando el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, Mateo decidió regresar al lugar donde había encontrado el libro mágico para revertir su transformación en lobo.

Con lágrimas en sus ojos se despidió de todos sus amigos animales y caminó hacia el viejo árbol donde había encontrado el libro por primera vez. Al llegar al árbol, cerró los ojos con fuerza y pronunció las palabras mágicas: "Luna brillante, estrellas danzantes, devuélveme a mi forma humana". Cuando abrió los ojos, Mateo volvió a ser un niño.

Sus amigos animales habían desaparecido, pero en su corazón siempre llevaría el recuerdo de su aventura como lobo. Desde aquel día, Mateo siguió amando y respetando a los animales más que nunca.

Comenzó a estudiar biología y se convirtió en un defensor de la vida silvestre. Siempre recordaría el tiempo en que fue un lobo y cómo eso le enseñó el verdadero significado de la empatía y la importancia de cuidar nuestro mundo animal.

Y así termina la historia del valiente niño llamado Mateo, quien descubrió que todos tenemos algo especial dentro de nosotros que nos conecta con los animales y con la naturaleza misma.

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