El niño mágico



Había una vez un niño llamado Álvaro, que a sus 4 años era conocido por ser el más travieso de toda la vecindad. Siempre se metía en problemas y hacía travesuras sin pensar en las consecuencias.

Sus padres y maestros intentaban enseñarle a comportarse bien, pero parecía que nada funcionaba. Un día soleado, mientras Álvaro paseaba con sus amigos por el parque, algo inesperado sucedió.

Un hermoso hada apareció frente a ellos con un brillo especial en sus ojos. "¡Hola niños!" dijo el hada con voz melodiosa. "He escuchado que eres muy travieso, Álvaro. Pero si logras portarte bien durante todo este día, te concederé dos deseos maravillosos.

"Álvaro no podía creer lo que estaba escuchando. Dos deseos parecían un regalo increíble y decidió tomarlo como un desafío personal para demostrar que podía ser bueno. Durante todo el día, Álvaro se esforzó al máximo para portarse bien.

Ayudó a sus amigos cuando tropezaron, compartió su merienda e incluso recogió los juguetes después de jugar en el parque. Al final del día, el hada volvió a aparecer frente a Álvaro y sus amigos. "Felicidades, Álvaro", dijo el hada sonriendo.

"Has demostrado ser capaz de cambiar tus travesuras por actos amables y considerados. Ahora puedes pedirme tus dos deseos. "Álvaro pensó detenidamente antes de hacer sus deseos. Sabía que no podía desaprovechar esta oportunidad.

"Quiero un parque nuevo y divertido para todos los niños de mi vecindad", dijo Álvaro emocionado. El hada asintió con una sonrisa y, en ese momento, el parque se transformó en un lugar lleno de columpios, toboganes y juegos increíbles.

Todos los niños del vecindario acudieron corriendo para disfrutar del nuevo parque. El segundo deseo de Álvaro fue aún más especial. "Deseo tener la capacidad de ayudar a los demás siempre que lo necesiten", dijo con convicción.

El hada extendió su varita mágica y tocó suavemente la mano de Álvaro. En ese instante, el niño sintió un cosquilleo en todo su cuerpo, como si algo hubiera cambiado dentro de él. A partir de aquel día, Álvaro se convirtió en un niño amable y considerado.

Ayudaba a sus amigos cuando tenían problemas en el colegio, compartía sus juguetes sin dudarlo e incluso visitaba a personas mayores del vecindario para hacerles compañía.

Con el tiempo, Álvaro se dio cuenta de que ser bueno no solo le traía alegría a él mismo sino también a las personas que lo rodeaban. Sus padres estaban orgullosos de él y sus maestros lo felicitaban por su cambio positivo.

Desde aquel encuentro con el hada, Álvaro aprendió que cambiar depende solo de uno mismo. Descubrió que al comportarse bien y ayudar a los demás se sentía feliz consigo mismo y hacía felices a los demás también.

Y así, Álvaro se convirtió en un ejemplo para todos los niños de su vecindad. Su historia inspiró a otros a ser amables y considerados, creando una comunidad llena de alegría y solidaridad.

Desde entonces, cada vez que Álvaro veía un caracol en el parque, recordaba el valioso aprendizaje que había obtenido gracias al hada. Y aunque nunca más volvió a hacer travesuras, siempre le sonreía al caracol como un gesto de gratitud por haber cambiado su vida para siempre.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!