El niño mágico y sus amigos despiertos



Había una vez un niño llamado Benito, quien poseía poderes mágicos. Desde muy pequeño, descubrió que podía hacer cosas increíbles como volar, transformarse en animales y crear ilusiones.

Benito vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás con sus habilidades mágicas. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el bosque encantado, Benito se sintió cansado y decidió tomar una siesta bajo la sombra de un árbol.

Sin embargo, lo que no sabía es que cuando los niños mágicos se quedan dormidos durante mucho tiempo, pierden sus poderes. Pasaron las horas y Benito seguía durmiendo profundamente.

Sus amigos intentaron despertarlo sacudiéndolo suavemente y llamándolo por su nombre, pero nada parecía funcionar. Estaban preocupados porque sin los poderes de Benito, el pueblo perdería la magia tan especial que les brindaba. La noticia llegó al oído del sabio del pueblo, Don Francisco.

Él era conocido por su gran sabiduría y conocimiento sobre las criaturas mágicas. Decidió ir al bosque para ver qué pasaba con el pequeño Benito.

Al llegar al lugar donde dormía el niño mágico, Don Francisco se sentó junto a él y comenzó a contarle historias llenas de aventuras asombrosas. Habló sobre dragones voladores en tierras lejanas y hadas traviesas que concedían deseos. Poco a poco, las palabras del sabio empezaron a resonar en los sueños de Benito.

El niño comenzó a moverse inquieto y finalmente abrió los ojos. Al ver al sabio, Benito se levantó de un salto y le preguntó qué había sucedido. Don Francisco explicó que cuando los niños mágicos duermen demasiado tiempo, sus poderes pueden desvanecerse.

Sin embargo, él había encontrado una manera de despertar la magia en Benito nuevamente: a través de las historias fascinantes y emocionantes. Benito entendió la importancia de no quedarse dormido por mucho tiempo.

Aprendió que cada día era una oportunidad para utilizar sus habilidades mágicas y ayudar a los demás. Desde ese día en adelante, siempre se aseguraba de estar activo y despierto para mantener viva la magia en su interior.

El pueblo volvió a llenarse de alegría y asombro gracias a los poderes mágicos de Benito. Juntos, exploraron nuevos lugares, resolvieron problemas e hicieron del mundo un lugar más especial con cada acto de bondad.

Y así, el pequeño niño mágico aprendió la valiosa lección de no quedarse dormido por mucho tiempo. Descubrió que dentro suyo había un mundo lleno de maravillas esperando ser explorado y compartido con aquellos que lo rodeaban.

Desde entonces, Benito vivió una vida llena de aventuras mágicas junto a sus amigos del pueblo encantado. Y aunque siempre disfrutaba tomar siestas bajo el sol brillante del bosque encantado, nunca olvidaba despertar antes de que sus poderes se durmieran nuevamente.

FIN.

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