El niño mecánico


Había una vez un niño llamado Salvi, quien era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Tenía tres hermanas mayores: Martina, Delfina y Pilar, quienes también compartían su entusiasmo por la vida.

Desde pequeño, a Salvi le encantaban los autos. Pasaba horas jugando con sus cochecitos de juguete y soñaba con conducir uno de verdad algún día.

Todos los días, después de regresar del jardín de infantes, corría hacia su habitación para jugar con sus autos favoritos. Un día, mientras Salvi jugaba en su cuarto, escuchó un ruido extraño proveniente del garaje. Corrió hacia allí y descubrió que su papá estaba arreglando el auto familiar.

Sus ojos se iluminaron de emoción al ver todas las herramientas y piezas que había sobre la mesa. Salvi no pudo resistirse a tocar todo lo que podía. Tomó una llave inglesa y comenzó a girarla como si fuera un conductor profesional.

Su papá sonrió y decidió enseñarle algunas cosas sobre cómo reparar autos correctamente. "Salvi, me alegra verte tan interesado en los autos", dijo su papá mientras le mostraba cómo cambiar una llanta pinchada.

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