El niño ninja de la aldea china
Había una vez un niño llamado Garu que vivía en un pequeño pueblo de China. Desde muy pequeño, Garu soñaba con convertirse en un gran ninja y proteger a los más débiles.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo, Garu se encontró con el anciano Maestro Wu, quien era conocido por ser uno de los mejores ninjas de la región.
El anciano notó la determinación en los ojos del niño y decidió entrenarlo en las artes del ninjutsu. Durante años, Garu trabajó arduamente junto al Maestro Wu. Aprendió a moverse sigilosamente como una sombra, a lanzar shurikens con precisión y a dominar el arte de la espada.
Pero lo más importante que aprendió fue que ser un verdadero ninja no solo requería habilidades físicas, sino también valores como la valentía, el honor y la lealtad.
Un día, cuando Garu ya era un joven ninja experto, recibieron noticias de que un malvado señor feudal estaba asediando el pueblo vecino. Este señor feudal había estado causando estragos durante mucho tiempo y nadie se atrevía a enfrentarlo. Garu sabía que era su momento para demostrar todo lo que había aprendido.
Junto al Maestro Wu y algunos compañeros ninjas del pueblo, se dirigió hacia donde se encontraba este malvado señor feudal. Al llegar al lugar indicado, fueron recibidos por una horda de soldados bien entrenados.
La batalla fue intensa; cada movimiento era calculado y preciso. Los ninjas luchaban con valentía mientras defendían al pueblo vecino. A medida que la batalla avanzaba, Garu notó algo extraño en el comportamiento del señor feudal. Parecía haber perdido toda esperanza y se veía triste y solitario.
En ese momento, Garu decidió detenerse y hablar con él. - Señor feudal, sé que has causado mucho daño a este pueblo, pero aún tienes tiempo de cambiar -dijo Garu con voz firme pero compasiva-.
¿Por qué no dejamos atrás todo esto y encuentras una forma de redimirte? El señor feudal miró a Garu sorprendido. Nadie antes le había ofrecido una oportunidad para cambiar.
- No merezco tu bondad después de todo lo que he hecho -respondió el señor feudal con pesar-. Pero si me das una oportunidad, prometo hacer todo lo posible para enmendar mis errores. Garu extendió su mano hacia el señor feudal y juntos hicieron un juramento de paz.
A partir de ese momento, el antiguo enemigo se convirtió en un aliado valioso. El pueblo vecino estaba agradecido por la valentía y sabiduría de Garu.
El Maestro Wu estaba orgulloso del ninja que había formado y todos los habitantes del pueblo celebraron su victoria. Desde aquel día, Garu continuó siendo un gran ninja pero también se convirtió en un ejemplo de compasión y perdón para todos los demás ninjas jóvenes.
Les enseñaba que ser fuerte no solo significaba tener habilidades físicas sino también ser capaz de perdonar y dar segundas oportunidades.
Y así fue como Garu se convirtió en uno de los ninjas más respetados de China; no solo por su destreza en el combate, sino también por su corazón noble y su capacidad para inspirar a otros. Y colorín colorado, esta historia de Garu el ninja ha terminado pero los valores que enseñó siempre vivirán en nuestros corazones.
FIN.