El niño perdido en el bosque
Había una vez un niño muy curioso llamado Martín que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque. Un día, Martín decidió explorar el bosque por su cuenta, sin decirle a sus padres a dónde iba. Fascinado por la naturaleza, Martín se adentró cada vez más en el bosque, sin darse cuenta de que se estaba alejando mucho de su hogar.
A medida que avanzaba, Martín se desorientaba, y cuando quiso regresar, ya no reconocía el camino. Comenzó a sentir miedo y a llorar, pero se recordó a sí mismo que era valiente y no debía rendirse. Decidió buscar una solución, así que se sentó en un tronco caído y pensó en qué hacer.
De repente, escuchó un susurro y vio una pequeña ardilla que se acercaba a él. "¿Estás perdido?", preguntó la ardilla. "Sí, no sé cómo volver a casa", respondió Martín con tristeza. La ardilla le explicó que conocía el bosque como la palma de su mano y se ofreció a guiarlo de regreso a su hogar.
A lo largo del camino, la ardilla le enseñó a Martín a reconocer los distintos árboles, plantas y animales que habitaban el bosque. Le mostró cómo orientarse con el sol y las estrellas, y le recordó que no debía tener miedo, sino confiar en su valentía y astucia para salir adelante.
Finalmente, luego de un largo camino, Martín y la ardilla llegaron al borde del bosque, donde sus padres, desesperados, lo estaban buscando. Martín corrió hacia ellos y los abrazó con fuerza, prometiendo que no volvería a perderse y agradeciendo a su amiga la ardilla por su valiosa ayuda.
Desde ese día, Martín comprendió la importancia de la prudencia y la valentía, así como el valor de pedir ayuda cuando la necesitaba. Nunca más volvió a adentrarse en el bosque solo, pero siempre recordó con cariño a su amiga la ardilla, que lo había guiado de regreso a casa y compartido con él sus saberes sobre la naturaleza.
FIN.