El niño pobre y el títere viajero
Había una vez en un pequeño pueblo argentino, un niño llamado Juanito. Juanito vivía en una modesta casa de adobe con su madre viuda, quien trabajaba duro para mantener a su hijo. A pesar de las dificultades, Juanito siempre encontraba alegría en las funciones de títeres que se realizaban en la plaza del pueblo. Allí conoció a un titiritero talentoso llamado Don Joaquín y a su fiel títere, un simpático títere llamado Tito.
Desde el primer instante, Juanito y Tito conectaron de manera especial. Tito era un títere vivaracho, lleno de energía y siempre dispuesto a hacer reír a los niños del pueblo. Juanito, por su parte, era un niño curioso, valiente y con un gran corazón. Juntos, formaron un dúo inseparable, compartiendo risas, aventuras y aprendizaje.
Pero un día, Don Joaquín anunció que debían partir hacia otro pueblo, dejando atrás la plaza donde tantas risas habían compartido. Juanito y Tito se entristecieron mucho al enterarse de la noticia. No querían separarse, pero parecía que no tenían otra opción.
-- Tito, ¿cómo vamos a solucionar esto? No quiero que te vayas --dijo Juanito con tristeza.
-- No te preocupes, Juanito. Siempre encontraremos la manera de estar juntos. No importa cuán lejos estemos --respondió Tito con optimismo.
Decididos a encontrar una solución, Juanito y Tito buscaron la ayuda de los habitantes del pueblo. Pidieron consejos, buscaron soluciones creativas e incluso organizaron una función especial para recaudar fondos y convencer a Don Joaquín de quedarse. Sin embargo, nada parecía funcionar.
Justo cuando parecía que no había esperanza, una idea brillante surgió en la mente de Juanito. Recordó que su tía Adela vivía en el pueblo al que Don Joaquín planeaba ir. Decidió escribirle una carta explicándole la situación y pidiéndole ayuda.
Días después, recibieron una respuesta de tía Adela. Había hablado con Don Joaquín y le propuso una solución asombrosa: Juanito y Tito podrían ir con ellos al nuevo pueblo y ser parte de su espectáculo. Era la oportunidad perfecta para seguir juntos y, al mismo tiempo, conocer nuevos lugares y hacer sonreír a más niños.
Al enterarse de la noticia, Juanito y Tito estallaron de alegría. Abrazaron a tía Adela y a Don Joaquín con gratitud. Finalmente, emprendieron un viaje en el carromato hacia su nuevo destino, llenos de emoción y entusiasmo por las aventuras que les esperaban.
Así, Juanito y Tito demostraron que con amor, perseverancia y creatividad, cualquier obstáculo puede ser superado. Juntos, descubrieron que la verdadera amistad puede vencer cualquier distancia y que los lazos verdaderos perduran a través de todas las adversidades.
FIN.