El Niño Protector de la Naturaleza
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Verdeazul, un niño llamado Mateo que desde muy chico tenía una conexión especial con la naturaleza.
Le encantaba observar los árboles, las flores, los animales y todo lo que el mundo natural tenía para ofrecer. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Mateo se dio cuenta de que algo no estaba bien.
Vio basura esparcida por el suelo y escuchó a unos pájaros tristes cantando entre ramas rotas. Decidió en ese momento que quería hacer algo al respecto. Con determinación en sus ojos, Mateo se propuso limpiar el bosque y proteger a los animales de cualquier peligro.
Comenzó reagarrando la basura con sus propias manos y colocándola en bolsas para desecharla adecuadamente. Luego reparó las ramas rotas de los árboles y construyó comederos para pájaros con semillas.
Un día, mientras trabajaba arduamente en su misión de cuidar la naturaleza, Mateo escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Se acercó con cautela y descubrió a un zorrito atrapado entre las ramas. El animalito lo miraba con miedo y tristeza.
"Tranquilo amiguito zorro, yo te ayudaré", dijo Mateo con voz suave mientras liberaba al animalito con cuidado. El zorrito lo miró agradecido y luego salió corriendo hacia el bosque. Esa experiencia fortaleció aún más la determinación de Mateo por proteger a la naturaleza y a todos sus habitantes.
Días después, cuando Mateo regresaba del colegio, vio a unos leñadores talando árboles indiscriminadamente cerca del río que abastecía de agua al pueblo. Sin dudarlo ni un segundo, corrió hacia ellos.
"¡Alto! ¡No pueden seguir cortando los árboles! Están dañando nuestro hogar", exclamó Mateo con valentía. Los leñadores se detuvieron sorprendidos por la determinación del niño e impactados por sus palabras reflexionaron sobre sus acciones.
Finalmente decidieron detenerse y buscar alternativas sostenibles para obtener la madera que necesitaban sin dañar el medio ambiente. Desde ese día en adelante, Mateo se convirtió en el guardián oficial del bosque y trabajó incansablemente junto a otros niños del pueblo para protegerlo y conservarlo vivo.
Juntos plantaron nuevos árboles, limpiaron ríos contaminados e incluso crearon un refugio para animales heridos donde pudieran recuperarse antes de volver al bosque. La valentía y dedicación de Mateo inspiraron a toda la comunidad a tomar conciencia sobre la importancia de cuidar la naturaleza.
Gracias a él, Verdeazul se convirtió en un lugar próspero donde humanos y naturaleza vivían en armonía. Y así fue como Mateo demostró que nunca es demasiado joven para marcar una gran diferencia si tienes amor por la tierra que pisas.
FIN.