El niño que amaba la escuela y su misión contra el bullying



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires. Desde muy pequeño, Tomás tenía una vida llena de color y alegría. Amaba ir a la escuela, aprender cosas nuevas y hacer amigos. Sin embargo, había algo que lo entristecía: en su escuela, algunos de sus compañeros hacían bullying a otros niños.

Una mañana, mientras Tomás se preparaba para ir al colegio, su mamá le preguntó:

"¿Qué tal estuvo ayer en la escuela, Tomi?"

"¡Fue genial! Aprendimos sobre los planetas. Pero vi a algunos chicos molestando a Lucas de nuevo."

Tomás sentía un nudo en el estómago cuando pensaba en Lucas, un compañero que siempre parecía triste y que amaba el dibujo. Decidió que debía hacer algo al respecto.

Esa tarde, Tomás se sentó a escribir un pequeño plan. Quería crear un club en la escuela para promover la amistad y el respeto. Habló con su mejor amigo, Mateo:

"Mateo, tengo una idea increíble. ¿Qué te parecería formemos un club para detener el bullying? Podríamos hacer actividades donde todos sean amigos."

"¡Me encanta! Pero, ¿crees que a los demás les gustará?"

Tomás sonrió, convencido de que debían intentarlo. Al día siguiente, presentaron la idea a la profesora Elena:

"Señora, queremos hacer un club contra el bullying. Queremos que la escuela sea un lugar donde todos se sientan a gusto."

"Es una iniciativa maravillosa, Tomás. Estoy segura de que muchos se unirán."

Con el apoyo de la profesora, Tomás y Mateo comenzaron a invitar a otros compañeros. Para su sorpresa, muchos niños estaban interesados y se unieron al club. Hicieron carteles, organizaron juegos y actividades colaborativas. Entre risas y juegos, la confianza fue creciendo y la plaza del colegio se llenó de alegría.

Pero, al poco tiempo, el grupo se encontró con un obstáculo. Un grupo de chicos que eran los más populares del colegio comenzó a burlarse de ellos.

"¿Qué hacen esos nerds con su club? ¡Es ridículo!" decía Julián, uno de los chicos más populares.

"No necesitamos su club. Esto es un lugar donde se viene a jugar, no a hacer amistad."

Tomás se sintió defraudado. Pero en lugar de rendirse, reunió a todos los integrantes del club.

"No podemos dejar que eso nos detenga. Lo que hacemos es importante. No se trata de ser populares, se trata de ser buenos amigos. Vamos a demostrarles que nuestra amistad puede vencer cualquier cosa."

"¡Sí, Tomás!" respondió una niña del grupo.

Así que, decidieron hacer una gran actividad para todos. Un día, organizaron una competencia de dibujo. Todos los niños tendrían que participar con un tema: "La amistad". Tomás pensó que podría incluir a Lucas, quien siempre demostraba su talento en esa área.

El día del evento, había carteles coloridos, globos y una gran mesa llena de materiales para dibujar. Lucas, con un poco de nerviosismo, se acercó a Tomás:

"No sé si puedo hacerlo... Dibujo para mí, no para los demás."

"Lucas, este es tu momento. ¡Tu arte puede ayudar a mostrar lo importante que es la amistad!"

Luis sonrió y empezó a dibujar con confianza. Al final, todos los dibujos fueron expuestos en una galería improvisada y se invitó a todos los niños a votar por el mejor. Para asombro de todos, el dibujo de Lucas fue el más votado.

Julián, que al principio había menospreciado al club, se acercó a Lucas:

"Perdón, no creía que fueras tan talentoso. Podemos aprender de ti, ¿quieres dibujar con nosotros alguna vez?"

"Claro, me encantaría. Mientras se respeten, podemos ser amigos."

El evento fue un éxito, y todos los niños comenzaron a darse cuenta de que el bullying solo traía tristeza y división. A través del arte y la sensibilidad, Tomás y sus amigos habían creado un rincón de alegría y respeto.

Con el tiempo, la actitud de la escuela cambió. Más niños se unieron al club y se comprometieron a ser amables y respetuosos. Tomás vio cómo su sueño de un lugar agradable en la escuela se hacía realidad. Se dio cuenta de que hacer frente a las dificultades puede ser un camino complicado, pero siempre vale la pena luchar por lo que uno cree.

Así, el niño que amaba la escuela no solo la disfrutaba más, sino que también había sembrado semillas de amistad y respeto. Y así continuaron sus aventuras, demostrando que la bondad puede cambiar el mundo, un dibujo a la vez.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!