El Niño que Aprendió a Brillar
En una pequeña y colorida ciudad llamada Colorete, vivía un niño llamado Draghi. Draghi era un niño especial, con un corazón tan grande como sus sueños, pero tenía un pequeño problema: no tenía amigos. A menudo, lo veías sentado solo en un rincón del parque, con su mirada fija en el cielo, donde los pájaros volaban en прекрасные formas y los colores del atardecer danzaban en armonía.
Un día, mientras Draghi observaba el horizonte, un zorro de pelaje naranja apareció. Era un zorro curioso y amigable que se acercó con su cola moviéndose alegremente.
"Hola, pequeño. ¿Por qué estás tan solo?" - preguntó el zorro.
"Hola. Me llamo Draghi. Es solo que no tengo a nadie con quien jugar. Nadie parece querer ser mi amigo" - respondió Draghi con un suspiro.
"¿Has intentado mostrarles lo especial que eres?" - sugirió el zorro.
"¿Cómo podría hacer eso?" - inquirió Draghi, entrecerrando los ojos.
"A veces se necesitan ganas y un poco de magia" - replicó el zorro, guiñando un ojo.
Intrigado, Draghi decidió seguir el consejo del zorro. Cada mañana, empezaba a hacer algo diferente. Primero, comenzó a dibujar dibujos coloridos en la acera con tizas. Un día, creó un enorme dragón que sorprendió a todos los chicos que pasaban y atrajo su atención por primera vez.
"¡Mirá ese dragón!" - exclamó una niña llamada Ana, acercándose.
"¿Sos vos quien lo hizo?" - preguntó un chico llamado Lucas.
"Sí, soy yo" - respondió Draghi, con una sonrisa tímida.
Con el tiempo, Draghi se dio cuenta de que al compartir su arte, podía abrir las puertas a nuevas amistades. El zorro lo visitaba a menudo y lo animaba a seguir adelante. Sin embargo, un día, el zorro le dijo que debía irse porque tenía otras aventuras que vivir. Draghi se sintió triste al saber que su amigo se alejaría, pero el zorro le dio un consejo antes de irse.
"Recuerda siempre que la creatividad está en ti. No la guardes solo para ti; compártela y verás cómo florecen las amistades" - dijo el zorro antes de desaparecer entre los arbustos.
Con el corazón palpitante, Draghi decidió que haría un gran mural en la pared de la escuela. Pasó días trabajando en su proyecto, usando todos los colores que pudo encontrar. Cuando finalmente terminó, invitó a todos los chicos del barrio a una gran inauguración.
"¡Están todos invitados!" - gritó Draghi emocionado.
"Nos encantaría ver qué hiciste, Draghi" - respondieron Ana y Lucas.
El día de la inauguración, la pared brillaba con dragones, flores y paisajes de ensueño. Todos quedaron maravillados.
"¡Es increíble! Chicos, ¡miren lo que hizo Draghi!" - gritó Lucas, asombrándose.
"¡Sos un artista!" - añadió Ana, sonriendo.
Draghi, emocionado y algo nervioso, sonrió por primera vez desde hacía mucho. El mural fue todo un éxito, y los niños comenzaron a acercarse.
"¿Puedo ayudarte con tu próximo mural?" - preguntó Ana.
"Yo también quiero participar!" - exclamó Lucas.
A partir de ese día, Draghi no solo pudo demostrar su creatividad, sino que también encontró amigos que compartían su pasión por el arte. Juntos, comenzaron a hacer murales por toda Colorete, llenando cada esquina de colores y alegría. Draghi aprendió que abrir su corazón y compartir lo que amaba era la clave para hacer amigos.
Y así, Draghi descubrió que no estaba solo, que la magia de la amistad siempre estuvo a su alcance, solo tenía que atrever el primer paso. Él era un dragón en el arte y, en su mundo, eso era suficiente.
Desde entonces, Draghi y sus amigos llenaron su ciudad de creatividad y color, siempre unidos por la pasión de lo que hacían. Draghi, el niño que pensaba que no tenía amigos, ahora era el niño que había cambiado su ciudad con su arte y su corazón gigante.
FIN.