El Niño que Aprendió a Decir las Palabras Correctas


En un tranquilo barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Mateo. Le encantaba jugar en la calle con sus amigos, pero tenía un problema: le gustaba decir malas palabras. Al principio, lo hacía solamente en casa, pero después empezó a decirlas en la calle. Sus amigos se alejaban de él y los vecinos lo miraban feo.

Un día, Mateo jugaba con su amigo Lucas cuando la vecina Doña Rosa les llamó la atención. - '¡No quiero escuchar esas malas palabras! ¡Tienen que aprender a hablar con respeto!' - les reprendió Doña Rosa. Mateo se sintió avergonzado y triste. No quería que la gente pensara mal de él. Decidió que era hora de cambiar.

Mateo buscó ayuda en su mamá, quien le enseñó que las palabras tienen poder y que es importante usarlas de forma positiva. Desde ese día, Mateo se esforzó por reemplazar las malas palabras por expresiones amables y educadas. Aprendió que con palabras gentiles se podía lograr mucho más.

Poco a poco, Mateo recuperó la confianza de sus amigos y vecinos. Ya no lo miraban feo, sino que lo apoyaban y querían jugar con él. Incluso Doña Rosa le preparó unos ricos alfajores como reconocimiento por su esfuerzo. Mateo se sintió muy orgulloso de sí mismo. Había aprendido una gran lección.

Desde entonces, Mateo se convirtió en un ejemplo para los demás niños del barrio. Les enseñó que las buenas palabras abren puertas y construyen puentes. Juntos, crearon un club de palabras positivas donde practicaban el uso de expresiones amables y alentadoras. El barrio se llenó de risas y alegría, y Mateo se convirtió en el líder de la pandilla.

Y así, Mateo descubrió que las palabras tienen un gran poder, y que eligiendo las correctas, se puede transformar el mundo en un lugar mejor. Ahora, siempre habla con respeto y amabilidad, y su barrio brilla con la luz de las buenas palabras.

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