El niño que aprendió a escuchar
Un día, después de una larga reunión en el colegio, los padres de Raúl decidieron buscar una solución para que su hijo dejara de interrumpir a los profesores.
Estaban cansados de las constantes llamadas de atención y querían ayudar a Raúl a mejorar su comportamiento. Después de pensar mucho, se les ocurrió una idea brillante. Decidieron llevar a Raúl al parque más cercano y sentarse en un banco a hablar con él seriamente.
"-Raúl, sabemos que eres un niño muy hablador y eso está bien porque demuestra lo sociable que eres. Pero en el colegio necesitas aprender a controlarte y escuchar cuando los profesores están hablando", dijo su mamá.
Raúl bajó la cabeza y parecía estar reflexionando sobre lo que le estaban diciendo sus padres. Sabía que tenía problemas para controlar su lengua en el colegio, pero no sabía cómo solucionarlo.
"-Pero mamá y papá, es tan difícil quedarme callado cuando tengo tantas cosas interesantes para contarles a mis amigos", respondió Raúl con tristeza. Sus padres sonrieron comprensivamente. "-Sabemos que tienes muchas ideas emocionantes para compartir, pero también es importante saber cuándo es el momento adecuado para hacerlo", explicó su papá.
En ese momento, apareció un señor mayor paseando por el parque con su perro. Los padres decidieron aprovechar la oportunidad para enseñarle algo valioso a Raúl. Se acercaron al señor mayor y le pidieron permiso para hablar con él durante unos minutos.
El hombre amablemente aceptó. "-Raúl, este señor tiene una historia increíble que nos gustaría escuchar. Pero para poder disfrutarla, necesitamos aprender a controlar nuestra impaciencia y escuchar con atención", dijo su mamá.
El señor mayor comenzó a contar una historia maravillosa sobre un viaje que había hecho cuando era joven. Raúl estaba fascinado por cada palabra, pero luchaba por no interrumpir. Los padres de Raúl lo observaban atentamente mientras el señor mayor continuaba su relato.
Notaron cómo su hijo se mordía los labios y apretaba sus puños para contenerse. Finalmente, el señor mayor terminó su historia y todos aplaudieron emocionados.
Raúl no pudo evitar saltar de alegría y comenzar a contarle al señor mayor todas las historias interesantes que él conocía. "-Raúl, eso estuvo genial", dijo su papá orgulloso. "-Ves, cuando te esfuerzas en controlar tu impulso de hablar todo el tiempo, puedes disfrutar aún más de las historias de los demás".
Raúl sonrió ampliamente y asintió con la cabeza. Había aprendido una valiosa lección ese día: la importancia de saber cuándo hablar y cuándo escuchar.
A partir de ese momento, Raúl se esforzó en el colegio por ser más respetuoso con sus profesores y compañeros. Aprendió a esperar su turno para compartir sus ideas e historias sin interrumpir. Poco a poco, los profesores comenzaron a notar el cambio en Raúl y le dieron reconocimiento por ello.
Sus padres estaban felices de ver cómo su hijo había aprendido a controlarse y a ser más considerado con los demás. Y así, Raúl se convirtió en un niño más maduro y respetuoso.
Aunque seguía siendo hablador y travieso, ahora sabía cuándo era el momento adecuado para compartir sus ocurrencias. Y todos en el colegio lo admiraban por su gran corazón y su capacidad de escucha.
FIN.