El niño que atrapaba estrellas
Había una vez en un pequeño pueblo de la Patagonia argentina, un niño llamado Alex. Alex era un niño muy curioso y soñador, le encantaba observar el cielo estrellado todas las noches antes de dormir.
Siempre se preguntaba de dónde venían las estrellas y cómo podía atrapar una para tenerla siempre consigo.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Alex se encontró con un anciano sabio que le dijo: "Pequeño Alex, si quieres atrapar una estrella, primero debes aprender a escuchar al universo". El niño quedó sorprendido por las palabras del anciano y decidió seguir su consejo.
Desde ese día, Alex comenzó a prestar más atención a los sonidos de la naturaleza: el canto de los pájaros al amanecer, el susurro del viento entre los árboles y el murmullo del río que cruzaba el pueblo.
Poco a poco, fue descubriendo que cada sonido le transmitía un mensaje especial y lo conectaba con el universo de una manera única. Un noche, mientras observaba las estrellas como de costumbre, Alex cerró los ojos y se concentró en escuchar. De repente, sintió una melodía suave y brillante que lo envolvía por completo.
Abrió los ojos y vio una estrella fugaz cruzando el cielo a toda velocidad. Emocionado, sin dudarlo un segundo, decidió seguir la estrella fugaz adentrándose en el bosque oscuro.
La luz brillante lo guiaba entre los árboles hasta llegar a un claro donde encontró algo maravilloso: ¡un telescopio mágico! Sin pensarlo dos veces, Alex miró por el telescopio y vio cómo las estrellas bailaban en el firmamento al compás de la música del universo.
Entonces recordó las palabras del anciano sabio: "Si quieres atrapar una estrella, primero debes aprender a escuchar al universo". "¡Eureka! ¡Lo logré!", exclamó emocionado Alex mientras veía cómo unas chispas mágicas salían del telescopio y formaban una hermosa estrella en sus manos.
A partir de ese momento, Alex se convirtió en el cazador de estrellas más famoso del pueblo. Cada noche salía con su telescopio mágico para capturar nuevas estrellas y compartir su brillo con todos los habitantes.
Gracias a su conexión especial con el universo y su valentía para perseguir sus sueños, Alex demostró que todo es posible cuando se cree en uno mismo y se aprende a escuchar lo que nos rodea.
Y así, entre risas y destellos luminosos, la historia de Alex niño cazador de estrellas se convirtió en leyenda en aquel pequeño rincón perdido entre montañas nevadas y cielos infinitos.
FIN.